En la actualidad están teniendo lugar todo tipo de desastres y las profecías bíblicas de la venida del Señor se han cumplido en su mayor parte. Muchos hermanos y hermanas sienten en su corazón que el Señor puede haber regresado y todos ellos están buscándole. No obstante, hay muchos que piensan en estos versículos de la Biblia: “Entonces si alguno os dice: ‘Mirad, aquí está el Cristo’, o ‘Allí está’, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:23-24). Aunque escuchen a alguien dar testimonio de que el Señor ha regresado, no buscan ni investigan esta afirmación, sino que siguen al mundo religioso y se aferran a la noción de que “cualquier mensaje que predique que el Señor ha regresado en la carne es falso”. Si hacemos esto, ¿podremos recibir el regreso del Señor? El Señor Jesús profetizó muchas veces que regresaría, así que si interpretásemos Sus palabras como que cualquier mensaje que predique que el Señor ha regresado en la carne es falso, ¿no estaríamos entonces rechazando el regreso del Señor? Así estaríamos oponiéndonos a Dios y esto sería un grave error sin duda. Cuando se trata de esperar el regreso del Señor, no podemos quedarnos en un estado de cautela pasiva, ya que así nos perderemos el regreso del Señor. Para recibirle debemos tratar de escuchar la voz de Dios de manera activa, como dice la Biblia: “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). El Libro del Apocalipsis también profetizó lo siguiente: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20), y “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:7). La voluntad del Señor es que estemos atentos y nos concentremos en escuchar la voz de Dios. En el momento en que alguien testifique que el Señor ha regresado, debemos ser las vírgenes prudentes que buscan activamente la voz del Señor, porque solo de este modo podremos recibirle. Si todo lo que hacemos es protegernos de los falsos cristos y acabamos cerrándole las puertas al Señor también cuando regrese, ¿no sería como dejar de comer completamente por miedo a ahogarnos? ¿Y entonces no seríamos como las vírgenes insensatas sin poder recibir al Señor, abandonados y descartados? Las ovejas de Dios escuchan Su voz. Los que de verdad tienen calibre y discernimiento escucharán la voz de Dios y pueden buscar la verdad y diferenciar al verdadero Cristo de los falsos cristos. No serán engañados por estos últimos. Por tanto, lo que deberíamos entender ahora, más que nada, es cómo diferenciar al Cristo verdadero de los falsos cristos. Esta es la única manera de protegernos de los engaños de los falsos cristos y de poder recibir el regreso del Señor. Las palabras siguientes tratan de este aspecto de la verdad.
Para averiguar si alguien es el verdadero Cristo o un falso cristo, debemos investigar si puede expresar la verdad y llevar a cabo la obra de la salvación del hombre. Dios dice: “Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su esencia, y Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su expresión. Haciéndose carne, Dios traerá la obra que debe hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida, y de mostrarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios seguramente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Para investigar si es la carne encarnada de Dios, el hombre debe determinarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo ve Su apariencia exterior, y pasa por alto Su esencia, demostrará la ignorancia y la ingenuidad del hombre” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”). “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino también es la carne particular asumida por Dios a medida que cumple y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no es una que cualquier hombre pueda reemplazar, sino una que pueda adecuadamente llevar la obra de Dios en la tierra y expresar el carácter de Dios y representar bien a Dios y proveer al hombre con la vida. Tarde o temprano, aquellos que suplantan a Cristo caerán porque, aunque afirman ser Cristo, no poseen nada de la esencia de Cristo. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide” (‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Las palabras de Dios dicen de manera muy clara que solo Dios encarnado puede ser llamado Cristo. Él es el Espíritu de Dios hecho carne, es decir, lo que Dios es y tiene, el carácter de Dios y Su sabiduría manifestados en la carne. Cristo está dotado de la esencia divina, es la verdad encarnada. Puede expresar la verdad para guiar y mantener al hombre en cualquier momento y en cualquier lugar, y solo Cristo puede llevar a cabo la obra de la redención y la salvación de la humanidad. Este hecho es indiscutible. Por ejemplo, el Señor Jesús era Cristo encarnado, fue capaz de expresar la verdad en cualquier momento y en cualquier lugar, trajo el camino del arrepentimiento al hombre y lo libró de las restricciones de las leyes. El Señor también nos dio algunos requisitos para que pudiésemos entender cómo amar y perdonar a los demás, y para poder tomar nuestros pecados sobre Sí mismo fue crucificado personalmente. Toda la obra que llevó a cabo el Señor Jesús y todas las palabras que expresó, así como Su amor y misericordia por la humanidad, eran cosas que ningún hombre podría haber conseguido nunca y que representan por completo la identidad de Dios.
Por el contrario, los falsos cristos son espíritus malignos y demonios en esencia. En ellos no se encuentra ni un ápice de verdad y son aún menos capaces de expresar la verdad. La mayoría son extremadamente arrogantes y absurdos. Saben que la gente idolatra el conocimiento bíblico y por eso utilizan esta mentalidad para malinterpretar la Biblia, sacar versículos de su contexto y producir todo tipo de teorías absurdas para engañar a la gente. Sus palabras no solo son incapaces de producir ninguna transformación en el carácter de las personas o de permitirles conocer a Dios, sino que también hacen que sus espíritus se oscurezcan y depriman. No se atreven a hacer públicas sus palabras para que toda la humanidad las busque e investigue, sino que solo pueden engañar en secreto a un puñado de personas sin sentido crítico. Por tanto, para diferenciar entre el verdadero Cristo y los falsos cristos, primero debemos entender su esencia; solo el Cristo que está dotado de la esencia divina puede expresar la verdad y mantener a la humanidad, mientras que los que no tienen la esencia divina no pueden hacerlo por mucho conocimiento que tengan o por muy competentes que sean. Los espíritus malignos y los demonios son aún menos capaces de expresar la verdad o llevar a cabo la obra de la salvación del hombre. Todo lo que pueden hacer es engañar y corromper a la gente. Por consiguiente, está claro que, para diferenciar entre el verdadero Cristo y los falsos cristos, debemos reconocer que Cristo es la verdad, el camino y la vida. Tal y como dijo el Señor Jesús: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). “Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va” (Apocalipsis 14:4).
Como todos sabemos, Dios es siempre nuevo y nunca viejo y no repite Su obra. Por tanto, podemos utilizar esta característica para distinguir entre el verdadero Cristo y los falsos cristos. Primero, leamos un pasaje de las palabras de Dios: “Si durante la época actual emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería la falsificación por parte de espíritus malos y su imitación de Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. […] Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría significado ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de la obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empiece a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente. Una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claro esto” (‘Conocer la obra de Dios hoy’ en “La Palabra manifestada en carne”).
A través de las palabras de Dios podemos ver que Dios es nuevo y nunca viejo y que nunca repite Su obra. Cada vez que Dios hace una obra, empieza una nueva era y concluye la anterior, dando lugar a una fase de obra nueva y más elevada. Por ejemplo, Jehová Dios completó la obra de la Era de la Ley que proclamaba las leyes y los mandamientos y dirigía la vida de los hombres. Cuando el Señor Jesús vino a hacer Su obra, no repitió la obra que había antes, sino que terminó la Era de la Ley e inició la Era de la Gracia e hizo la obra de la salvación del hombre y del perdón de los pecados. Solo Dios mismo podría haber hecho esta obra. Sin embargo, como los falsos cristos no tienen la esencia de Dios, son incapaces de hacer la obra de Dios y aún menos de hacer la obra de comenzar una nueva era y poner fin a una era antigua. Todo lo que pueden hacer es ir dos pasos detrás de la obra de Dios, imitando el tono del discurso de Dios y Sus palabras, e imitando la obra que Dios ha hecho en el pasado. Muestran algunas señales y prodigios simples y fingen ser Dios para engañar a la gente. Además, los falsos cristos no tienen autoridad. Por mucho que intenten imitar al Señor, nunca podrán hacer las señales y prodigios que el Señor Jesús manifestó, como alimentar a los cinco mil con dos peces y cinco panes y resucitar a Lázaro. Lo que esto significa es que, en los últimos días, Dios no repetirá en absoluto la obra que hizo el Señor Jesús anteriormente, y todos lo que imiten la obra de Dios en los últimos días, los que muestren unas pocas señales y prodigios simples, sanen a los enfermos y expulsen demonios para engañar a la gente, son definitivamente espíritus malignos disfrazados: son falsos cristos. Por eso el Señor Jesús nos advirtió: “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24).
Estas palabras nos muestran que solo Cristo tiene la esencia de la vida de Dios, y que solo Cristo puede expresar la verdad y mantener la vida de las personas. Cuando los que aman la verdad y están sedientos de ella escuchan la palabra de Dios, esta los atrae y los conquista. Estas personas pertenecen a Dios y pueden entender la voz de Dios y reconocer a Cristo como Dios mismo. Pedro, Juan y los demás discípulos, por ejemplo, reconocieron que el Señor Jesús era el Mesías regresado a través de Sus palabras, y así, uno a uno, empezaron a seguirle. Dios Todopoderoso ha venido ahora en los últimos días y, empezando con la casa de Dios, lleva a cabo la obra del juicio y expresa todas las verdades para salvar a la humanidad, revela el misterio de la obra de gestión de seis mil años de Dios completamente y expone la naturaleza y esencia satánicas del hombre, para que pueda llegar a conocer la verdad de su corrupción y tener una senda que conduzca a una transformación en su carácter. Dios Todopoderoso también nos enseña a poner en práctica las palabras de Dios, a vivir con humanidad normal, además de muchas otras cosas, y todas ellas en conjunto son el camino de la vida eterna. La obra de la salvación de la humanidad desempeñada por Dios Todopoderoso es la obra de Dios mismo, que cumple precisamente con las siguientes profecías de la Biblia: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo” (Juan 12:47).
El libro de las palabras expresadas por Dios Todopoderoso titulado “La Palabra manifestada en carne” se ha publicado en la red para que los amantes de la verdad en todo el mundo puedan buscar e investigarla. Muchas personas que anhelan la aparición de Dios han leído las palabras expresadas por Dios Todopoderoso y las han reconocido como la voz de Dios, y así han llegado a tener la certeza de que Dios Todopoderoso es el Señor regresado en los últimos días. Uno por uno, siguen las huellas del Cordero y vuelven ante el trono de Dios. Esto es íntegramente el resultado de la obra de Dios mismo, que cumple por completo esta profecía de Isaías capítulo 2, versículo 2: “Y acontecerá en los últimos días, que la montaña de la casa de Jehová será establecida en lo alto de las montañas y será exaltada sobre los collados; y todas las naciones irán a él”.* Es obvio que, al recibir al Señor, lo esencial es concentrarse en escuchar la voz de Dios y reconocer a Cristo como la verdad, el camino y la vida. Debemos buscar e investigar cuando escuchemos que algún lugar tiene las declaraciones de Dios o que alguien está predicando el regreso del Señor. Si seguimos teniendo miedo de ser engañados por los falsos cristos y no bajamos la guardia, si no nos atrevemos a buscar o investigar y nos negamos a aceptar la salvación de Dios Todopoderoso, Cristo de los últimos días, ¿no seríamos entonces extremadamente insensatos? Si hiciéramos eso, ¡perderíamos para siempre la salvación de Dios de los últimos días!
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