¿Cómo se puede conocer el carácter y la esencia de Dios?
Palabras relevantes de Dios:
Las personas dicen frecuentemente que no es cosa fácil conocer a Dios. Sin embargo, Yo digo que conocer a Dios no es en absoluto un asunto difícil, porque Dios permite frecuentemente al hombre ser testigo de Sus hechos. Dios nunca ha suspendido Su diálogo con la humanidad; nunca se ha ocultado del hombre, ni se ha escondido. Sus pensamientos, ideas, palabras y hechos se revelan todos a la humanidad. Por tanto, mientras el hombre desee conocer a Dios, puede llegar a entenderlo y conocerlo a través de todo tipo de medios y métodos. La razón por la que el hombre piensa ciegamente que Dios lo ha evitado intencionadamente, que Dios se ha escondido intencionadamente de la humanidad, que Dios no tiene intención de permitir al hombre entenderlo y conocerlo, es que no conoce quién es Dios, ni desea entender a Dios; aún más, no le preocupan los pensamientos, las palabras o los hechos del Creador… Hablando sinceramente, si uno solo utiliza sus momentos de inactividad para centrarse en y entender las palabras o los hechos del Creador, y presta un poco de atención a los pensamientos del Creador y a la voz de Su corazón, no será difícil para ellos darse cuenta que los pensamientos, las palabras y los hechos del Creador son visibles y transparentes. De igual forma, hará falta un pequeño esfuerzo para ser consciente de que el Creador está en medio del hombre en todo momento, que Él siempre está en conversación con el hombre y la totalidad de la creación, y que está llevando a cabo nuevos hechos cada día. Su esencia y Su carácter se expresan en Su diálogo con el hombre; Sus pensamientos e ideas se revelan completamente en Sus hechos; Él acompaña y observa a la humanidad en todo momento. Habla tranquilamente a la humanidad y a toda la creación con Sus palabras silenciosas: Estoy por encima del universo, y estoy en medio de Mi creación. Me mantengo vigilante; estoy esperando; estoy a tu lado…
Familiarizarse con la esencia de Dios no es asunto trivial. Se debe entender Su carácter. De esta forma, te irás habituando poco a poco a la esencia de Dios y así...
El carácter de Dios es un tema que parece muy abstracto y no se acepta con facilidad, porque Su carácter es diferente a la personalidad del hombre. Dios también tiene sentimientos de placer, enojo, tristeza y felicidad, pero estas emociones difieren de las del hombre. Dios tiene Su propio ser y Sus posesiones. Todo lo que Él expresa y manifiesta son representaciones de Su esencia y de Su identidad. Su ser, posesiones, así también como Su esencia e identidad, no pueden ser reemplazados por ningún hombre. Su carácter abarca Su amor, Su consuelo, Su odio y, más aún, un conocimiento profundo de la humanidad. La personalidad del hombre puede ser, sin embargo, optimista, animada o insensible. El carácter de Dios pertenece al Soberano de los seres vivos entre todas las cosas, al Creador de toda la creación. Su carácter representa honra, poder, nobleza, grandeza y, sobre todo, supremacía. Su carácter es el símbolo de la autoridad y de todo lo que es justo, hermoso y bueno. Además, es un símbolo de cómo Dios no puede ser[a] reprimido ni atacado por las tinieblas ni por ninguna fuerza enemiga, y simboliza también cómo no puede (ni se le permite)[b] ser ofendido por ningún ser creado. Su carácter es el símbolo del poder supremo. Ninguna persona, o personas, podrían ni pueden afectar Su obra ni Su carácter.
El placer de Dios se debe a la existencia y a la aparición de la justicia y la luz, por la destrucción de la oscuridad y del mal. Él se complace, porque ha traído la luz y una buena vida a la humanidad; Su placer es el de la justicia, un símbolo de la existencia de todo lo que es positivo y, sobre todo, de los buenos auspicios. El enojo de Dios se debe a la existencia de la injusticia y a la perturbación que causa, las cuales están perjudicando a Su humanidad; por la existencia del mal y de las tinieblas, de cosas que ahuyentan la verdad y, aún más, por la existencia de cosas que se oponen a lo que es bueno y hermoso. Su enojo es un símbolo de que todas las cosas negativas ya no existen y, además, es un símbolo de Su santidad. Su tristeza se debe a la humanidad, para la que Él tiene esperanzas, pero que ha caído en la oscuridad, porque la obra que Él hace en el hombre no cumple con Sus expectativas, y porque la humanidad a la que Él ama no puede vivir, toda ella, en la luz. Está apenado por la humanidad inocente, por el hombre sincero pero ignorante, y por el hombre bueno pero ambivalente. Su tristeza es un símbolo de Su bondad y de Su misericordia; símbolo de belleza y de amabilidad. Su felicidad procede, por supuesto, de derrotar a Sus enemigos y de conseguir la buena fe del hombre. Además, proviene de la expulsión y de la destrucción de todas las fuerzas enemigas, y de que la humanidad reciba una vida buena y apacible. La felicidad de Dios no es como el gozo del hombre; más bien, es el sentimiento de recibir frutos agradables, un sentimiento aun mayor que el gozo. Su felicidad es un símbolo de la humanidad que se libera del sufrimiento desde ahora en adelante, y un símbolo de la humanidad que entra a un mundo de luz. Las emociones de la humanidad, por otra parte, existen todas para los propósitos de sus propios intereses, no para la justicia, la luz o lo que es hermoso y, menos aún, para la gracia del cielo.
¿Es el amor de Dios por el hombre Su santidad? (Sí.) Dios le concede al hombre, gratuitamente, verdad y vida; ¿es esta Su santidad? (Sí.) Todo esto que Dios revela es único; no existe en la humanidad corrupta ni se puede ver allí. Ni durante el proceso de la corrupción del hombre por parte de Satanás ni en el carácter corrupto de Satanás, ni en su esencia o en su naturaleza se puede ver el menor rastro de ello. Por tanto, todo lo que Dios es y tiene es único y solo Él mismo posee y cuenta con ese tipo de esencia.
Conocer a Dios es algo que debe hacerse a través de la lectura y de la comprensión de la palabra de Dios. Algunas personas dicen: “No he visto al Dios encarnado, ¿cómo puedo, pues, conocerlo?”. La palabra de Dios es, en realidad, una expresión del carácter de Dios. En Su palabra podemos ver Su amor por la humanidad, Su salvación de la humanidad y la forma en que Él salva a las personas… porque es Dios quien expresa Su palabra en oposición al hecho de que Dios usó al hombre para escribirla. Dios la expresa personalmente. Dios mismo expresa Sus propias palabras y Su voz interna. ¿Por qué las definimos como palabras sinceras? Porque se emiten desde muy adentro, expresan Su carácter, Su voluntad, Sus pensamientos, Su amor por la humanidad, Su salvación de la humanidad y Sus expectativas respecto a la humanidad... A veces Dios habla desde una perspectiva amable y compasiva, y las personas ven Su amor por la humanidad; en ocasiones, Él habla desde una perspectiva estricta y las personas ven el carácter de Dios que no puede ser ofendido. El hombre es deplorablemente sucio y no es digno de ver el rostro de Dios ni de presentarse delante de Él. Que las personas vengan ahora delante de Dios es puramente por Su gracia. La sabiduría de Dios puede verse en la forma en que Él obra y en el significado de Su obra. Aunque las personas no entren en contacto con Dios, siguen siendo capaces de ver estas cosas en Su palabra.
Las palabras y el carácter emitidos y revelados por Dios representan Su voluntad, y también Su esencia. Cuando Dios se compromete con el hombre, independientemente de lo que dice o hace, del carácter que revele, o de lo que el hombre vea de Su esencia y de lo que Él tiene y es, todo ello representa Su voluntad para el hombre. Independientemente de cuánto sea capaz de saber, comprender o entender el hombre, todo ello representa la voluntad de Dios: Su voluntad para el hombre. ¡Esto está fuera de duda! La voluntad de Dios para la humanidad es cómo necesita Él que sean las personas, lo que exige que hagan, cómo requiere que vivan y que sean capaces de lograr el cumplimiento de Su voluntad. ¿Son estas cosas inseparables de la esencia de Dios? En otras palabras, Dios emite Su carácter y todo lo que tiene y es, y al mismo tiempo le pone exigencias al hombre.
Las posesiones y el ser de Dios, Su esencia, Su carácter, todo ello ha sido dado a conocer en Sus palabras a la humanidad. Cuando el hombre experimente las palabras de Dios, en el proceso de cumplirlas llegará a comprender el propósito subyacente a las palabras que Dios habla, a comprender la fuente y el trasfondo de las palabras de Dios, y a entender y apreciar el efecto deseado de las palabras de Dios. Para la humanidad, todas estas son cosas que el hombre debe experimentar, de las que debe darse cuenta, y a las que debe acceder a fin de tener acceso a la verdad y la vida, ser consciente de las intenciones de Dios, ser transformado en su carácter, y ser capaz de someterse a la soberanía y a las disposiciones de Dios. Al mismo tiempo que el hombre experimente, sea consciente, y acceda a estas cosas, habrá obtenido gradualmente un entendimiento de Dios, y en ese momento también habrá conseguido diferentes grados de conocimiento sobre Él. Este entendimiento y conocimiento no surgen de algo que el hombre haya imaginado o compuesto, sino más bien de lo que aprecia, experimenta, siente, y corrobora dentro de sí mismo. Solo después de apreciar, experimentar, sentir, y corroborar estas cosas adquiere contenido el conocimiento de Dios por parte del hombre; solo el conocimiento que obtiene en este momento es exacto, práctico, y preciso, y este proceso —de conseguir un entendimiento y un conocimiento genuinos de Dios mediante la apreciación, la experimentación, la sensación y la corroboración de Sus palabras— no es otro que la comunión verdadera entre el hombre y Dios. En medio de esta clase de comunión, el hombre llega a entender y comprender verdaderamente las intenciones de Dios, llega verdaderamente a comprender y conocer las posesiones y el ser de Dios, llega a comprender y conocer verdaderamente la esencia de Dios, llega a comprender y conocer gradualmente el carácter de Dios, llega a una certeza real y a una definición correcta de la realidad del dominio de Dios sobre toda la creación, y consigue una orientación y un conocimiento sustanciales de la identidad y la posición de Dios. En medio de este tipo de comunión, el hombre cambia paso a paso sus ideas sobre Dios, no imaginando más que sale de la nada ni dando rienda suelta a sus propias sospechas sobre Él, ni malinterpretándolo, condenándolo, juzgándolo o dudando de Él. En consecuencia, el hombre tendrá menos debates con Dios, menos conflictos con Él, y habrá menos ocasiones en las que se rebelará contra Él. Por el contrario, la preocupación del hombre por Dios y su sumisión a Él se incrementarán, y su reverencia por Dios se volverá más real y más profunda. En medio de este tipo de comunión, el hombre no solo alcanzará la provisión de la verdad y el bautismo de vida, sino que también obtendrá al mismo tiempo el verdadero conocimiento de Dios. En medio de este tipo de comunión, el hombre no solo será transformado en su carácter y recibirá la salvación, sino que al mismo tiempo también conseguirá la reverencia y la adoración verdaderas de un ser creado hacia Dios. Habiendo tenido esta clase de comunión, la fe del hombre en Dios ya no será más una hoja de papel en blanco, o una promesa ofrecida como palabrería vacía, o una forma de búsqueda e idolatría ciegas; solo con este tipo de comunión crecerá la vida del hombre, día tras día, hacia la madurez, y solo ahora se transformará gradualmente su carácter, y su fe en Dios, paso a paso cambiará de una creencia difusa e incierta a una sumisión y una preocupación genuinas, a una reverencia real; asimismo, en su búsqueda de Dios, el hombre progresará gradualmente de una actitud pasiva a una activa, de una sobre la que se actúa a una que lleva a cabo una acción positiva; solo con este tipo de comunión el hombre llegará a un entendimiento y una comprensión verdaderos de Dios, al conocimiento verdadero de Él.
Independientemente de la etapa que hayas alcanzado en tu experiencia, eres inseparable de la palabra y de la verdad de Dios, de lo que entiendes de Su carácter y de lo que sabes que Dios tiene y es. Todo esto está expresado en Sus palabras; están inextricablemente vinculadas a la verdad. El carácter de Dios y lo que Él tiene y es, son en sí mismos, la verdad. Esta es una manifestación auténtica del carácter de Dios y de lo que Él tiene y es. Concreta lo que Dios tiene y es, y lo declara de forma expresa; te indican de un modo más directo lo que le agrada a Dios, lo que le desagrada, lo que Él quiere que hagas y lo que no te permite hacer, a qué personas desprecia y en quiénes se deleita. Tras las verdades que Dios expresa, las personas pueden ver Su placer, Su enojo, Su tristeza y Su felicidad, así como Su esencia; esta es la revelación de Su carácter. Al margen de saber lo que Dios tiene y es, y de comprender Su carácter a partir de Su palabra, lo más importante es la necesidad de alcanzar esta comprensión por medio de la experiencia práctica. Si las personas se apartan de la vida actual para conocer a Dios, no serán capaces de lograrlo. Aunque haya quienes puedan lograr cierta comprensión de Su palabra, se limita a teorías y palabras, y existe una disparidad con cómo es Dios en realidad.
Entender el carácter de Dios y a Dios mismo debe empezar por algo muy pequeño. ¿Pero a partir de un poco de qué empezaremos? En primer lugar, he desenterrado algunos capítulos de la Biblia. La información siguiente contiene versículos bíblicos, todos ellos relacionados con el tema de la obra de Dios, Su carácter y Él mismo. Consideré específicamente estos pasajes como materiales de referencia para ayudaros a conocer la obra de Dios, Su carácter y al Él mismo.
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Pero Mi propósito, al detenerme en estos capítulos hoy, no consiste en que intentes comprender estas historias y a sus personajes, sino que a través de ellos puedas ver los hechos de Dios y Su carácter, facilitándote así que llegues a conocer y a entender a Dios, a ver Su lado real, a detener tu imaginación, a detener tus conceptos sobre Él, y poner fin a tu fe que está inmersa en la imprecisión. Intentar dar un sentido al carácter de Dios, así como entender y llegar a conocer a Dios mismo sin un fundamento puede hacer que con frecuencia te sientas inútil, desamparado, y poco seguro de por dónde empezar. Por esta razón pensé en usar un método y un enfoque que te permitan entender mejor a Dios, apreciar con mayor autenticidad Su voluntad y llegar a conocer Su carácter y a Dios mismo, permitir que sientas de verdad la existencia de Dios y aprecies Su voluntad hacia la humanidad.
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(Génesis 2:15-17) Y Jehová Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén para vestirlo y protegerlo. Y Jehová Dios le ordenó y le dijo: De cada árbol del jardín puedes comer libremente, pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y el mal porque el día que comas de él, definitivamente morirás.
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Podemos ver el corazón de Dios en estas pocas simples palabras. ¿Pero qué tipo de corazón vemos? ¿Hay amor en el corazón de Dios? ¿Hay preocupación en él? Las personas no solo pueden apreciar Su amor y Su preocupación en estos versículos, también pueden sentirlos bien y de verdad. ¿No es así? Ahora que he dicho esto, ¿seguís pensando que no son más que unas pocas palabras simples? No tan sencillas, ¿verdad? ¿Podíais verlo así antes? Si Dios te dirigiese personalmente estas pocas palabras, ¿cómo te sentirías en tu interior? Si no fueras un ser humano, si tu corazón fuera frío como el hielo, no sentirías nada, no apreciarías el amor de Dios ni tratarías de entender Su corazón. Pero si eres una persona con conciencia, con humanidad, sentirías de otro modo. Sentirías afecto, te sentirías cuidado y amado, y sentirías felicidad. ¿No es así? Cuando percibes estas cosas, ¿cómo actuarás con Dios? ¿Te sentirías atado a Él? ¿Le amarías y le respetarías desde lo más profundo de tu corazón? ¿Se acercaría más tu corazón a Él? En esto puedes ver cuán importante es para el hombre el amor de Dios. Pero la apreciación y la comprensión del mismo son incluso más cruciales. De hecho, ¿no dice Dios muchas cosas parecidas durante esta etapa de Su obra? Sin embargo, ¿aprecian las personas de hoy el corazón de Dios? ¿Podéis comprender la voluntad de Dios de la que acabo de hablar? Ni siquiera podéis discernirla cuando es tan concreta, tangible, y actual. Por esta razón digo que no tenéis un conocimiento y un entendimiento reales de Dios. ¿No es cierto?
A algunas personas les gusta deducir e imaginar, ¿pero hasta dónde puede llegar la imaginación del hombre? ¿Puede ir más allá de este mundo? ¿Es el hombre capaz de deducir e imaginar la autenticidad y la precisión de la autoridad de Dios? ¿Son la deducción y la imaginación del hombre capaces de permitirle obtener un conocimiento de la autoridad de Dios? ¿Pueden hacer que el hombre aprecie y se someta verdaderamente a esta? Los hechos demuestran que la deducción y la imaginación del hombre no son más que un producto del intelecto humano, y que no le proporcionan la más mínima ayuda o beneficio para el conocimiento de la autoridad de Dios. Después de leer ciencia ficción, algunos son capaces de imaginarse la luna y cómo son las estrellas. Pero esto no significa que el hombre tenga ningún entendimiento de la autoridad divina. La imaginación del hombre es solo eso: imaginación. De las realidades de estas cosas, es decir, de su conexión con la autoridad de Dios, no tiene absolutamente ninguna comprensión. ¿Y si has estado en la luna? ¿Demuestra esto que tengas una comprensión multidimensional de la autoridad de Dios? ¿Que seas capaz de imaginar la magnitud de Su autoridad y Su poder? Como la deducción y la imaginación del hombre son incapaces de permitirle conocer la autoridad de Dios, ¿qué debería hacer el ser humano? La opción más sabia no sería deducir o imaginar, es decir que el hombre nunca debe basarse en la imaginación ni depender de las deducciones cuando se trata de conocer la autoridad de Dios. ¿Qué es lo que deseo deciros aquí? El conocimiento de la autoridad y del poder de Dios, de Su propia identidad y de Su esencia no puede lograrse basándoos en vuestra propia imaginación.