Dependiendo de la clase de familia donde hayan nacido, las personas crecen en diferentes entornos familiares y aprenden diferentes lecciones de sus padres. Estos factores determinan las condiciones en las cuales una persona llega a la edad adulta, y el crecimientorepresenta la segunda coyuntura crítica de la vida de una persona. Sobra decir que las personas tampoco tienen elección en esta coyuntura. También es algo fijado, organizado de antemano.
1. El Creador planeó las condiciones fijas para que cada persona madure
Una persona no puede elegir las personas, sucesos o cosas por los que están edificadas e influenciadas a medida que crecen. Uno no puede escoger qué conocimiento o habilidades adquiere, qué hábitos forma. Uno no tiene nada que decir respecto a quienes sean sus padres o familiares, en qué tipo de entorno crece; las relaciones de uno con las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, y cómo influyen estas en su desarrollo, están todos más allá de su control. ¿Quién decide entonces estas cosas? ¿Quién las organiza? Como las personas no tienen elección en el asunto, como no pueden decidir estas cosas por sí mismas, y como obviamente no se forman de manera natural, no hace falta decir que la formación de todas estas cosas, sucesos y cosas queda en las manos del Creador. Por supuesto, del mismo modo que Él organiza las circunstancias particulares del nacimiento de cada persona, también dispone las circunstancias específicas bajo las cuales crece. Si el nacimiento de una persona produce cambios en las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, entonces el crecimiento y el desarrollo de esa persona también le afectará necesariamente. Por ejemplo, algunas personas nacen en familias pobres, pero crecen rodeadas de riquezas; otras nacen en familias acaudaladas, pero provocan que la fortuna de su familia disminuya hasta el punto de crecer en un entorno de pobreza. Ningún nacimiento está gobernado por una regla fija, y nadie crece bajo una serie inevitable y fija de circunstancias. Estas no son cosas que una persona pueda imaginar o controlar; son productos del destino de uno, y están determinadas por este. Por supuesto, estas cosas están determinadas en esencia por el destino que el Creador predestina para cada persona, están determinadas por la soberanía del Creador sobre el destino de esa persona y Sus planes para este.
2. Las diversas circunstancias bajo las cuales crecen las personas dan lugar a diferentes roles
Las circunstancias del nacimiento de una persona establecen, en un nivel básico, el entorno y las circunstancias en las que crece, y estas son del mismo modo un producto de las circunstancias de su nacimiento. Durante este tiempo, se empieza a aprender el lenguaje, y la mente comienza a encontrar y asimilar muchas cosas nuevas; en este proceso se crece constantemente. Las cosas que una persona oye con sus oídos, ve con sus ojos y absorbe con su mente llenan y animan gradualmente su mundo interior. Las personas, los acontecimientos y las cosas con los que uno entra en contacto, el sentido común, el conocimiento y las habilidades que uno aprende, así como las formas de pensar que influyen a uno, las que se le han inculcado o enseñado, guiarán e influirán el destino de una persona en la vida. El lenguaje que uno aprende cuando crece y la forma de pensar son inseparables del entorno en el que uno pasa su juventud, y este se compone de padres, hermanos y otras personas, acontecimientos y cosas a su alrededor. Por tanto, el curso del desarrollo de una persona queda determinado por el entorno en el que crece, y también depende de las personas, los acontecimientos y las cosas con las que entra en contacto durante ese período de tiempo. Ya que las condiciones en las que una persona crece son predestinadas con mucha antelación, el entorno en el que uno vive durante este proceso también está, por supuesto, predeterminado. No se decide por las elecciones y preferencias personales, sino de acuerdo con los planes del Creador, está determinado por Sus disposiciones cuidadosas y Su soberanía sobre el destino de la persona en la vida. Así pues, las personas que cualquier individuo encuentra en el curso de su crecimiento, y las cosas con las que entra en contacto, están todas naturalmente conectadas con las orquestaciones y los arreglos del Creador. Las personas no pueden prever estos tipos de interrelaciones complejas ni controlarlas, ni entenderlas. Muchas cosas y personas diferentes tienen influencia sobre el entorno en el que una persona crece, y ningún ser humano es capaz de organizar u orquestar una red tan inmensa de conexiones. Ninguna persona o cosa, excepto el Creador, puede controlar la aparición de todas las personas, acontecimientos y cosas, no puede mantener o controlar su desaparición y es precisamente esa inmensa red de conexiones la que da forma al desarrollo de una persona tal como el Creador lo haya predestinado y la que construye los diversos entornos en los que crecen las personas. Es lo que crea los diversos roles necesarios para la obra de gestión del Creador, estableciendo unos fundamentos sólidos y fuertes para que las personas cumplan con éxito sus misiones.
Extracto de ‘Dios mismo, el único III’ en “La Palabra manifestada en carne”