El plan de Dios: Conocer el propósito y la importancia de cada una de las tres etapas de la obra de Dios
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- (1) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era de la Ley
- (2) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era de la Gracia
- (3) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era del Reino
(1) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era de la Ley
Palabras relevantes de Dios:
La obra que Jehová hizo en los israelitas instauró entre la humanidad el lugar terrenal del origen de Dios, Su lugar sagrado donde Él estaba presente. Confinó Su obra al pueblo israelita. Al principio, no obró fuera de Israel; en lugar de eso, escogió un pueblo que encontró apropiado para así restringir el alcance de Su obra. Israel es el lugar donde Dios creó a Adán y Eva y del polvo de ese lugar Jehová hizo al hombre; este es el fundamento de Su obra en la tierra. Los israelitas, que son los descendientes de Noé y de Adán, fueron el cimiento de la obra de Jehová en la tierra.
La importancia, propósito y avance de la obra de Jehová en Israel fueron para comenzar Su obra en toda la tierra, gradualmente extendiéndose a las otras naciones a partir de su centro en Israel. Este es el principio de acuerdo en el cual Él obra en el universo, para establecer un modelo, después ampliarlo hasta que toda la gente en el universo haya aceptado Su evangelio. Los primeros israelitas eran los descendientes de Noé. Estas personas solo tenían el aliento de Jehová y solo podían hacerse cargo de las necesidades básicas de la vida, pero no sabían qué clase de Dios era Jehová, ni tampoco conocían Su voluntad para el hombre, mucho menos cómo debían reverenciar al Señor de toda la creación. Los descendientes de Adán no sabían qué reglas y leyes debían obedecer o qué obra debían hacer los creados para el Creador. Todo lo que sabían era que el esposo debía sudar y trabajar para proveer a su familia y que la esposa debía someterse a su esposo y perpetuar la raza humana que Jehová creó. En otras palabras, esta gente solo tenía el aliento de Jehová y Su vida, pero no sabían cómo seguir las leyes de Dios o cómo satisfacer al Señor de toda la creación. Entendían demasiado poco. Así que aunque no había nada torcido o malicioso en sus corazones y aunque rara vez tenían celos y peleaban, no conocían ni entendían a Jehová, el Señor de toda la creación. Estos antepasados del hombre solo sabían comer lo que Jehová hacía, disfrutar lo que Jehová había hecho, pero no sabían reverenciar a Jehová; no sabían que lo debían adorar sobre sus rodillas. ¿Cómo podrían ser llamadas Sus criaturas? Y, de esta manera, ¿no fueron las palabras, “Jehová es el Señor de toda la creación” y “Él creó al hombre como una expresión de sí mismo, para glorificarlo y representarlo”, dichas en vano? ¿Cómo puede la gente que no reverencia a Jehová ser un testimonio de Su gloria? ¿Cómo pueden ser expresiones de Su gloria? ¿No se convirtieron las palabras de Jehová, “Yo creé al hombre a Mi imagen”, un arma en la mano de Satanás —el maligno—? ¿Estas palabras no se volvieron luego una marca de humillación a la creación del hombre que Jehová hizo? Con el fin de completar esa etapa de la obra, Jehová, después de crear a la humanidad, no la instruyó o guió desde Adán hasta Noé. No fue sino hasta después del diluvio que Él formalmente comenzó a guiar a los israelitas, que eran los descendientes de Adán y de Noé. Su obra y Sus palabras en Israel guiaron las vidas de todo el pueblo por todo el país, mostrándoles que Jehová no solo era capaz de soplar el aliento en el hombre para que tuviera Su vida y fuera resucitado del polvo y hecho una criatura de Dios, sino que también pudiera abrasar a la humanidad con las llamas y maldecir a la humanidad usando Su vara para gobernar a la humanidad. Así que, también, vieron que Jehová podía guiar la vida del hombre en la tierra y hablar y obrar entre ellos día y noche. Hizo la obra solo para que Sus criaturas supieran que el hombre vino del polvo que Él recogió, que el hombre fue hecho por Él. Además, la obra que Él comenzó en Israel estaba destinada para que otras personas y naciones (que de hecho no estaban separadas de Israel, sino que se habían ramificado de los israelitas, pero todavía eran descendientes de Adán y Eva) pudiesen recibir el evangelio de Jehová de Israel, para que todas las criaturas en el universo lo reverenciaran y lo tuvieran por grandioso. Si Jehová no hubiera comenzado Su obra en Israel, sino que, después de crear a la humanidad, la hubiera dejado vivir vidas descuidadas sobre la tierra, entonces por la naturaleza física del hombre (naturaleza quiere decir que el hombre nunca puede saber las cosas que no puede ver, es decir, que él no sabe que Jehová creó a la humanidad, mucho menos por qué lo hizo), nunca sabría que Jehová creó a la humanidad y es el Señor de todas las cosas. Si Jehová hubiera creado al hombre y lo hubiera colocado sobre la tierra como Su entretenimiento, entonces simplemente se hubiera sacudido el polvo de las manos y se hubiera ido en vez de guiar entre los hombres por un periodo de tiempo, entonces toda la humanidad habría regresado a la nada; hasta el cielo y la tierra y todas las cosas que Él creó, incluyendo a toda la humanidad habría regresado a la nada y habría sido pisoteada por Satanás. Y de esta manera el deseo de Jehová de que “Él pudiese tener un lugar para pararse sobre la tierra, un lugar santo entre Su creación”, se habría hecho añicos. Así que en su lugar, después de que Dios creó a la humanidad, la guió en sus vidas y les habló con el fin de llevar a cabo Su deseo, para lograr Su plan. La obra de Dios en Israel estuvo destinada solo para ejecutar el plan que Él había establecido antes de Su creación de todas las cosas. Y por tanto Su labor primero entre los israelitas y Su creación de todas las cosas no estaban en conflicto entre sí, sino que ambos fueron por el bien de Su gestión, Su obra y Su gloria, profundizando el significado de Su creación de la humanidad. Él guió la vida de la humanidad sobre la tierra por dos mil años después de Noé, durante los cuales les enseñó cómo reverenciar a Jehová el Señor de todas las cosas, les enseñó cómo conducirse y vivir sus vidas y, sobre todo, cómo actuar como testigo de Jehová, cómo obedecerlo y reverenciarlo y cómo alabarlo con música al igual que David y sus sacerdotes.
Antes de los dos mil años durante los cuales Jehová hizo Su obra, el hombre no sabía nada y casi todos se degeneraron a lo profundo de la promiscuidad y la perversión que precedieron al diluvio: sus corazones estaban desprovistos de Jehová, no digamos ya Su camino. Nunca entendieron la obra que Jehová iba a hacer; les faltaba la razón, mucho menos el conocimiento, como máquinas vivientes que respiran, ignorantes del hombre, de Dios, de todas las cosas y de la vida por igual. En la tierra se involucraron en mucha seducción, como la serpiente, y dijeron muchas cosas que fueron ofensivas a Jehová, pero porque eran ignorantes, Jehová no los castigó ni los disciplinó. Después del diluvio, cuando Noé tenía 601 años, Jehová formalmente se le apareció a Noé y lo guió a él y a su familia, conduciéndolo a él, a los pájaros y a las bestias, que sobrevivieron el diluvio y a sus descendientes hasta el fin de la Era de la Ley, un total de 2.500 años. Estuvo obrando de una manera formal en Israel durante 2.000 años y el periodo en el que estuvo obrando tanto en Israel como fuera de Israel fue de 500 años, que juntos suman 2.500 años. Durante este periodo Él les enseñó a los israelitas que para servir a Jehová debían construir el templo y usar las túnicas de los sacerdotes y caminar descalzos en el templo al amanecer, para que sus zapatos no ensuciaran el templo y cayera fuego sobre ellos de arriba del templo y los quemara hasta la muerte. Cumplían con sus deberes y se sometían a los planes de Jehová. Oraban a Jehová en el templo y después de ser inspirados por Jehová, es decir, después de que Jehová había hablado, guiaban al pueblo y le enseñaban que debían reverenciar a Jehová —su Dios—. Y Jehová les dijo que debían construir el templo y el altar, y en el tiempo señalado por Jehová, es decir, en la pascua, debían preparar becerros y corderos recién nacidos como sacrificios sobre el altar para servir a Jehová, con el fin de frenarles y poner en sus corazones reverencia por Jehová. Si obedecían la ley sería la medida de su lealtad a Jehová. Jehová también estableció para ellos el día del Sabbat, el séptimo día de Su creación. El día siguiente, Él hizo el primer día, un día para que ellos alabaran a Jehová, para ofrecerle sacrificios y para hacerle música. En este día, Jehová convocó a todos los sacerdotes y dividió los sacrificios sobre el altar para que el pueblo comiera y para que pudieran disfrutar los sacrificios que se ofrecían a Jehová. Además, Jehová les dijo que eran benditos y tenían parte con Él y que eran Su pueblo escogido (que fue el pacto de Jehová con los israelitas). Es por esto que, hasta el día de hoy, el pueblo de Israel todavía dice que Jehová solo es su Dios y no el Dios de otros pueblos.
Durante la Era de la Ley, Jehová dio muchos mandamientos para que Moisés se los transmitiera a los israelitas quienes le siguieron saliendo de Egipto. Jehová dio estos mandamientos a los israelitas, quienes no guardaban relación con los egipcios y estaban destinados a restringir a los israelitas y eran Sus requisitos para ellos. Si alguien observaba el Sabbat, si alguien respetaba a sus padres, si alguien adoraba ídolos, etc., estos eran los principios por los cuales uno era juzgado como pecador o justo. Ya fuera que el fuego de Jehová lo golpeara a uno, lo apedrearan a muerte, o recibiera la bendición de Jehová, esto se determinaba de acuerdo a si alguien obedecía estos mandamientos. Aquellos quienes no observaban el Sabbat eran apedreados a muerte. Aquellos sacerdotes quienes no observaban el Sabbat eran golpeados por el fuego de Jehová. Aquellos quienes no respetaban a sus padres también eran apedreados a muerte. Todo esto era elogiado por Jehová. Jehová estableció Sus mandamientos y leyes para que mientras Él guiara sus vidas, el pueblo escuchara y obedeciera Su palabra y no se rebelara contra Él. Usó esas leyes para controlar a la recién nacida raza humana, para poner fundamento de Su obra por venir. Y así, por causa de la obra que Jehová hizo, la primera era se llamó la Era de la Ley. Aunque Jehová habló mucho e hizo muchas obras, solo los guió de un modo positivo, enseñándoles a este pueblo ignorante cómo ser humano, cómo vivir, cómo entender el camino de Jehová. En Su gran mayoría la obra que Él hizo tenía la intención de permitirle al pueblo observar Su camino y seguir Su ley. La obra se hizo en gente que está superficialmente pervertida; no se ocupaba de la transformación del carácter o del crecimiento en la vida. Solo se ocupaba de usar leyes para restringir y controlar a la gente. Para los israelitas de aquel tiempo, Jehová era solo un Dios en el templo, un Dios en los cielos. Era una columna de nube, una columna de fuego. Todo lo que Jehová les demandaba hacer era obedecer lo que la gente conoce hoy como Sus leyes y mandamientos, incluso podría llamárseles reglas, porque la obra de Jehová no estaba destinada a transformarlos, sino a darles más cosas de las que el hombre debe tener, a decirles de Su propia boca, porque después que el hombre fue creado, el hombre no sabía nada acerca de lo que debía poseer. Y entonces, Jehová les dio las cosas que debían poseer para sus vidas sobre la tierra, hizo que la gente que Él había guiado superara a sus antepasados, Adán y Eva, porque lo que Jehová les dio superaba lo que Él les había dado a Adán y Eva en el principio. Independientemente, la obra que Jehová hizo en Israel fue solo para guiar a la humanidad y para hacer que la humanidad reconociera a su Creador. No los conquistó ni los transformó, simplemente los guió. Esta es la suma de la obra de Jehová en la Era de la Ley. Esto es en el fondo, la historia verdadera, la esencia de Su obra en toda la tierra de Israel, y el inicio de Sus seis mil años de Su obra, para controlar a la humanidad por la mano de Jehová. De esto surgió más obra en Su plan de gestión de seis mil años.
de ‘La obra en la Era de la Ley’ en “La Palabra manifestada en carne”
Al principio, guiar al hombre durante la Era de la Ley del Antiguo Testamento era como guiar la vida de un niño. La humanidad más antigua nació de Jehová; fueron los israelitas, que no sabían cómo venerar a Dios o vivir en la tierra. Es decir, Jehová creó a la humanidad, esto es, creó a Adán y Eva, pero no les dio las facultades para entender cómo venerar a Jehová o seguir las leyes de Jehová sobre la tierra. Sin la dirección directa de Jehová, nadie podría saber esto directamente, porque en el principio el hombre no poseía tales facultades. El hombre sólo sabía que Jehová era Dios, y no tenía idea de cómo venerarlo, qué hacer para venerarlo, con qué mentalidad hacerlo, y qué ofrecer en Su reverencia. El hombre sólo sabía cómo disfrutar de lo que podía disfrutarse entre todas las cosas creadas por Jehová. El hombre no tenía ni idea de qué tipo de vida sobre la tierra encajaba con la de una criatura de Dios. Sin instrucciones, sin alguien que los guiara personalmente, esa humanidad nunca podría llevar una vida apropiada, y sólo podría ser capturada furtivamente por Satanás. Jehová creó a la humanidad, es decir, creó a los ancestros de la misma: Eva y Adán. Pero no les concedió ningún intelecto o sabiduría adicionales. Aunque ya estaban viviendo en la tierra, no entendían casi nada. Así pues, la obra de Jehová de crear a la humanidad sólo se terminó a medias. No fue en absoluto completa. Él sólo había formado un modelo de hombre a partir del barro y le había dado Su aliento, pero no le había concedido suficiente voluntad para venerarlo. Al principio, el hombre no tenía mentalidad de venerarlo, o temerlo, y sólo sabía escuchar Sus palabras. El hombre ignoraba el conocimiento básico para la vida sobre la tierra y las reglas apropiadas para la vida. Y así, aunque Jehová creó al hombre y a la mujer y terminó siete días de empresa, no completó totalmente al hombre, porque este no era sino una cáscara, y no verdaderamente un hombre. El hombre sólo sabía que era Jehová quien había creado a la humanidad, pero no tenía idea de cómo cumplir Sus palabras y Sus leyes. Por ello, después de la creación de la humanidad, la obra de Jehová estaba lejos de terminarse. También tuvo que guiar por completo a la humanidad delante de Él de forma que esta fuese capaz de vivir unida sobre la tierra y venerarle, así como de llevar un estilo de vida apropiado después de ser guiada por Él. Sólo entonces se completó del todo la obra llevada a cabo principalmente bajo el nombre de Jehová; esto es, sólo entonces concluyó la obra de Jehová de crear el mundo. Y así, como creó a la humanidad, tuvo que guiar su vida en la tierra durante varios miles de años, de forma que esta fuera capaz de cumplir Sus decretos y leyes, así como de participar en todas las actividades de una vida apropiada sobre la tierra. Sólo entonces se completó del todo la obra de Jehová. Él empezó esta obra después de crear a la humanidad, y esta prosiguió hasta la época de Jacob, cuando sus doce hijos pasaron a ser las doce tribus de Israel. Desde ese momento en adelante, todos en Israel se convirtieron en el pueblo oficialmente dirigido por Él en la tierra, e Israel pasó a ser el lugar terrenal concreto en el que Él llevó a cabo Su obra. Jehová convirtió a estas personas en el primer grupo entre el cual realizó Su obra oficial en la tierra, y a toda la tierra de Israel en el punto de partida de la misma. Él los usó como el comienzo de una obra aun mayor, de forma que todas las personas nacidas de Él en la tierra supieran cómo venerarle y vivir en ella. Y así, los hechos de los israelitas pasaron a ser un ejemplo a seguir por los gentiles, y lo que se dijo entre el pueblo de Israel se convirtió en palabras para ser oídas por los gentiles. Y es que fueron los primeros en recibir las leyes y los mandamientos de Jehová, y también los primeros en saber cómo venerar Sus caminos. Fueron los antepasados humanos que conocieron los caminos de Jehová, y los representantes de la humanidad escogida por Él.
de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Así pues, habéis leído estas normativas y principios de la Era de la Ley, ¿verdad? ¿Abarcan las regulaciones un amplio espectro? Primero, cubren los Diez Mandamientos, tras los cuales aparecen las regulaciones sobre cómo edificar altares, etc. Después vienen las relativas a guardar el día de reposo y a observar las tres festividades, tras las cuales están las de las ofrendas. ¿Habéis visto cuántos tipos de ofrendas hay? Hay holocaustos, ofrendas de cereal, de paz, por el pecado, etc., seguidas por las normativas para las ofrendas de los sacerdotes, incluidos los holocaustos y las ofrendas de cereal de los sacerdotes, y otros tipos de ofrendas. El octavo grupo de regulaciones está relacionado con la ingestión de las ofrendas por los sacerdotes, y después están las que indican lo que las personas deben observar durante su vida. Hay estipulaciones para muchos aspectos de la forma de vivir de las personas, como las normativas respecto a lo que pueden o no comer, sobre la purificación de las mujeres tras el parto, y para los curados de la lepra. En estas regulaciones, Dios llega a hablar incluso de la enfermedad, y hasta existen normas para matar a las ovejas y al ganado, etc. Estos fueron creados por Dios, y deberías matarlos como Él te indica que lo hagas; existe, sin duda, una razón para las palabras divinas, es indudablemente correcto actuar tal como Él ha decretado, ¡y, con toda seguridad, es beneficioso para las personas! También existen festividades y normas a observar, como el día de reposo, la Pascua, y más; Dios habló de todos ellos. Veamos las últimas: otras normativas como encender las lámparas, el año de Jubileo, la redención de la tierra, hacer votos, la ofrenda del diezmo, etc. ¿Abarcan estas cosas un amplio espectro? Lo primero de lo que debemos hablar es el asunto de las ofrendas de las personas, después están las regulaciones para el robo y la compensación, así como la observancia del día de reposo…; todos los detalles de la vida están implicados. Es decir, cuando Dios empezó la obra oficial de Su plan de gestión, estableció muchas regulaciones que el hombre debía seguir. El fin de estas era permitirle llevar la vida normal del ser humano sobre la tierra, una vida normal inseparable de Dios y de Su dirección. Dios le instruyó primero cómo levantar altares, cómo establecerlos. Después de esto, le señaló cómo realizar las ofrendas y estableció cómo debía vivir: a qué debía prestar atención en la vida, qué tenía que cumplir, qué debía hacer y qué no. Lo que Dios estableció para el hombre lo englobaba todo, y con estas costumbres, regulaciones y principios, Él estandarizó el comportamiento de las personas, guió sus vidas, su iniciación a las leyes de Dios, las guió hasta llegar delante del altar de Dios, a tener una vida entre todas las cosas que Él había hecho para el hombre, con orden, regularidad y moderación. En primer lugar, Dios usó estas normativas y estos principios para establecer límites para el hombre, de forma que este tuviera una vida normal de adoración a Dios sobre la tierra, la vida normal del hombre; ese es el contenido específico del comienzo de Su plan de gestión de seis mil años. Las regulaciones y normas cubren un contenido muy amplio; son los detalles específicos de la dirección de la humanidad por parte de Dios, durante la Era de la Ley, y tenían que ser aceptadas y honradas por las personas que vivieron antes de la Era de la Ley. Son un registro de la obra llevada a cabo por Dios durante esa época, y son la prueba real del liderazgo de Dios y Su dirección de toda la humanidad.
de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”
Los seres humanos más antiguos no sabían nada, por lo que Dios tuvo que empezar a enseñarles desde los principios más superficiales y básicos para la supervivencia, y las regulaciones necesarias para vivir. Infundió estas cosas poco a poco en el corazón del hombre, y a través de estas normativas y reglas orales le fue proporcionando un entendimiento gradual de Él, una apreciación y un entendimiento progresivos de Su liderazgo, y un concepto básico de la relación entre el ser humano y Dios. Después de lograr este efecto y solo entonces, Dios pudo llevar a cabo, poco a poco, la obra que realizaría más adelante. Así, estas regulaciones y la obra realizada por Dios durante la Era de la Ley constituyen la base de Su obra salvífica de la humanidad, y la primera etapa de trabajo en el plan de gestión de Dios.
de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II’ en “La Palabra manifestada en carne”
La obra de Jehová fue dirigir y pastorear de una manera directa al hombre por medio de presentar las leyes para que el hombre pudiera vivir una vida normal y adorar a Jehová de una manera normal en la tierra. Dios, en la Era de la Ley, era alguien que el hombre no podía ver ni tocar. Él solo estaba guiando a los primeros hombres que Satanás corrompió y estaba ahí para instruir y pastorear a estos hombres, así que las palabras que habló fueron solo estatutos, ordenanzas y un conocimiento común para vivir la vida como un hombre, y de ninguna forma las verdades que suplen la vida del hombre. Los israelitas bajo Su liderazgo no fueron los que antes Satanás había corrompido profundamente. Su obra de la ley era solo la primera etapa de la obra de salvación, el mismo principio de la obra de salvación, y prácticamente no tenía nada que ver con los cambios en el carácter de la vida del hombre.
de ‘La diferencia entre el ministerio del Dios encarnado y el deber del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”
Durante la Era de la Ley, la obra de guiar a la humanidad se realizó bajo el nombre de Jehová, y la primera etapa de la obra se llevó a cabo en la tierra. La obra de esta etapa fue edificar el templo y el altar, y usar la ley para guiar al pueblo de Israel y obrar en medio de él. Guiando al pueblo de Israel, Él estableció una base para Su obra en la tierra. Desde allí expandió Su obra más allá de Israel, es decir que, comenzando desde Israel la difundió hacia fuera, de forma que generaciones posteriores llegaron gradualmente a saber que Jehová era Dios, y que Él había creado los cielos, la tierra y todas las cosas, que había hecho a todas las criaturas. Él difundió Su obra por medio del pueblo de Israel, cuya tierra fue el primer lugar santo de la obra terrenal de Jehová, y la primera obra de Dios sobre la tierra se realizó por todo el territorio de Israel. Esa fue la obra de la Era de la Ley.
de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”
(2) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era de la Gracia
Versículo(s) bíblico(s) para referencia:
“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. ” (Juan 3:17)
Palabras relevantes de Dios:
Jesús representa toda la obra de la Era de la Gracia; Él fue encarnado y crucificado, e inauguró la Era de la Gracia. Él fue crucificado con el fin de completar la obra redentora, para poner fin a la Era de la Ley y comenzar la Era de la Gracia, y por ello fue llamado el “Comandante Supremo”, la “Ofrenda por el Pecado”, el “Redentor”. Por ende, la obra de Jesús fue diferente en contenido de la obra de Jehová, a pesar de que ambas eran en principio lo mismo. Jehová comenzó la Era de la Ley, estableció su sede principal, el lugar de nacimiento, de Su obra en la tierra, y dio los mandamientos; esos fueron Sus dos logros, los cuales representan la Era de la Ley. La obra de Jesús no fue para dar mandamientos, sino el cumplimiento de los mandamientos, anunciando así la Era de la Gracia y el final de la Era de la Ley que duró dos mil años. Fue el pionero, marcando el comienzo de la Era de la Gracia, sin embargo, la redención continuó siendo el núcleo de Su obra. Por lo que Sus logros también siguieron siendo dos: la apertura de una nueva era, y completar la obra de redención a través de Su crucifixión. Luego se fue. En ese momento, la Era de la Ley llegó a su fin y la humanidad entró en la Era de la Gracia.
La obra de Jesús se hizo de acuerdo con las necesidades del hombre en esa era. Su tarea consistía en redimir a la humanidad, perdonarlos por sus pecados, por lo que todo Su carácter fue uno de humildad, paciencia, amor, piedad, tolerancia, misericordia y amorosa bondad. Él bendijo profusamente a la humanidad y les trajo gracia en abundancia, así como toda clase de cosas para su gozo: paz y felicidad, la tolerancia y el amor de Jesús, Su misericordia y bondad. En aquellos días, todo lo que el hombre encontró fue cosas en abundancia para disfrutar: su corazón estaba en paz y tranquilo, su espíritu consolado, y estaba sustentado por el Salvador Jesús. Que la humanidad pudiese obtener estas cosas fue una consecuencia de la era en la que vivió. En la Era de la Gracia el hombre fue corrompido por Satanás, por lo que la obra de redimir a toda la humanidad requirió gracia en abundancia, tolerancia y paciencia infinita, y aún más, una ofrenda adecuada para expiar los pecados de la humanidad. Lo que la gente vio en la Era de la Gracia fue simplemente Mi ofrenda por los pecados de la humanidad: Jesús. Y sólo sabían que Dios podía ser misericordioso y paciente, sólo vieron la misericordia y la amorosa bondad de Jesús. Esto fue así porque vivían en la Era de la Gracia. Así que antes de que pudieran ser redimidos, tuvieron que gozar de abundante gracia dada por Jesús; sólo esto fue beneficioso para ellos. De esta manera, ellos podrían ser perdonados de sus pecados mediante su gozo de la gracia, y podrían tener la oportunidad de ser redimidos por medio del gozo de la tolerancia y paciencia de Jesús. Sólo a través de la tolerancia y paciencia de Jesús fueron ellos capaces de recibir el perdón y de gozar de la abundancia de la gracia otorgada por Jesús, del mismo modo que Jesús dijo: “Yo no he venido para redimir a los justos sino a los pecadores, permitiendo que sus pecados sean perdonados”. Si Jesús hubiese sido encarnado con un carácter de juzgar, maldecir, y ser intolerante ante los delitos del hombre, entonces el hombre nunca hubiera tenido la oportunidad de ser redimido, y habría permanecido para siempre en el pecado; por lo que el plan de gestión de seis mil años no hubiese progresado más allá de la Era de la Ley. La Era de la Ley se habría prolongado durante seis mil años, los pecados del hombre se habrían incrementado en mayor número y gravedad, y la creación de la humanidad hubiese sido en vano. Los hombres sólo hubiesen podido servir a Jehová bajo la ley, pero sus pecados hubiesen superado los de los primeros seres humanos que fueron creados. Cuanto más Jesús amaba a la humanidad, le perdonaba sus pecados y le otorgaba suficiente misericordia y amorosa bondad, mayor era la posibilidad de la humanidad de ser salvada, y ser llamada los corderos perdidos que Jesús recuperó a un precio muy alto. Satanás no pudo entrometerse en esta obra, porque Jesús trató a Sus seguidores como una madre amorosa trata a un bebé en sus brazos. No se enojó con ellos ni los despreció, sino que más bien estuvo lleno de consuelo; nunca se puso furioso entre ellos, sino que toleró sus pecados y se hizo la vista gorda ante su necedad e ignorancia, de tal manera que Él dijo, “Perdonad a otros setenta veces siete”. Así fue que Su corazón reformó los corazones de los demás, y de esta manera fue que las personas recibieron el perdón a través de Su tolerancia.
de ‘La verdad sobre la obra en la Era de la Redención’ en “La Palabra manifestada en carne”
Aunque Jesús, siendo Dios encarnado, no poseía ninguna clase de emoción, Él siempre consoló a Sus discípulos, proveyó para ellos, los ayudó y los mantuvo. Sin importar la cantidad de trabajo que hiciera o la cantidad de sufrimiento que soportaba, Él nunca hizo demandas excesivas a las personas, sino que siempre fue paciente y tolerante frente a sus pecados, de manera tal que en la Era de la Gracia Él fuera conocido cariñosamente como “el amado Salvador Jesús”. Para la gente de esa época —para todas las personas— lo que Jesús tenía y era, era misericordia y amorosa bondad. Nunca se acordaba de las transgresiones de la gente o dejaba que esas transgresiones afectaran la manera en que Él los trataba. Porque aquella fue una época diferente, Él con frecuencia derramaba abundante comida y bebida sobre la gente para que pudieran comer hasta saciarse. Él trataba a todos Sus seguidores con bondad, sanando a los enfermos, expulsando a los demonios, resucitando a los muertos. Con el fin de que las personas creyeran en Él y vieran que todo lo que Él hacía era hecho con devoción y sinceridad, llegó al punto de resucitar un cadáver en descomposición, para mostrarles que en Sus manos hasta los muertos podrían volver a la vida. De esta manera Él soportó en silencio entre ellos y realizó Su obra redentora. Incluso antes de ser clavado en la cruz, Jesús ya había llevado los pecados de la humanidad y ya se había convertido en ofrenda por los pecados de la humanidad. Ya Él había abierto el camino hacia la cruz para redimir a la humanidad mucho antes de ser crucificado. Finalmente fue clavado en la cruz, se sacrificó por el bien de la cruz, y ha derramado toda Su misericordia, amorosa bondad y santidad sobre la humanidad. Él persistió en tolerar a la gente, nunca buscando la venganza, sino perdonándolos por sus pecados, exhortándolos al arrepentimiento, y enseñándoles a tener paciencia, tolerancia y amor, para que siguieran Sus pasos y se sacrificaran por causa de la cruz. Su amor por Sus hermanos y hermanas superaba a Su amor por María. Lo más importante de Su obra fue sanar a la gente y expulsar sus demonios, todo por el bien de Su redención. No importara a dónde fuera, siempre trató con bondad a todos los que le siguieron. Él hizo ricos a los pobres, hizo caminar a los paralíticos, hizo que los ciegos vieran, que los sordos oyeran; Él incluso invitaba a los más humildes y desposeídos, a los pecadores, a comer con Él; no los evitaba, pero siempre con paciencia, inclusive les decía: “Cuando un pastor pierde una oveja de cien, dejará atrás a las noventa y nueve para ir a buscar a la oveja perdida, y cuando la encuentre se regocijará en gran medida”. Él amaba a Sus seguidores como una oveja ama sus corderos. A pesar de que eran necios e ignorantes, e incluso eran pecadores ante Sus ojos, y aún más eran escoria para la sociedad, Él veía a estos pecadores —a quienes otros despreciaban— como la niña de Sus ojos. Porque Él los favoreció, dio Su vida por ellos, y como un cordero fue ofrecido en el altar. Él caminó entre ellos como su sirviente, permitiendo que ellos abusaran de Él y lo mataran, sometiéndose a ellos incondicionalmente. Para Sus seguidores Él fue el amado Salvador Jesús, pero para los fariseos que sermoneaban a la gente desde un alto pedestal, Él no mostró misericordia y bondad, sino por el contrario, los aborrecía y detestaba. Él no hizo mucho trabajo entre los fariseos, sólo ocasionalmente les daba sermones y los reprendía; no los redimió, ni realizó señales ni prodigios en su presencia. Reservó Su misericordia y amorosa bondad para Sus seguidores, soportando por el bien de esos pecadores hasta el mero final cuando fue clavado en la cruz, soportando toda clase de humillaciones, hasta que hubo redimido a toda la humanidad por completo. Esta fue la suma total de Su obra.
Sin la redención de Jesús, la humanidad hubiese vivido para siempre en el pecado, y se hubiesen convertido en los hijos del pecado, los descendientes de los demonios. Si esto hubiese continuado, Satanás habría establecido su residencia en la tierra, y toda la tierra se hubiera convertido en su morada. Pero la obra redentora requirió de misericordia y amorosa bondad hacia la humanidad; sólo a través de ello es que la humanidad pudo recibir el perdón y al final estar calificada para ser completada y totalmente ganada. Sin esta etapa de la obra, el plan de gestión de seis mil años no hubiese sido posible que progresara. Si Jesús no hubiera sido crucificado, si sólo hubiese sanado a la gente y exorcizado sus demonios, entonces las personas no hubiesen sido completamente perdonadas de sus pecados. Los tres años y medio que Jesús hizo Su obra sobre la tierra, sólo completó la mitad de Su obra redentora; luego, al ser clavado en la cruz y convertirse a semejanza de la carne del pecado, al ser entregado al maligno, Él completó la obra de la crucifixión y adquirió el control del destino de la humanidad. Sólo después de haber sido entregado a las manos de Satanás, es cuando la humanidad fue redimida. Durante treinta y tres años y medio que Él padeció en la tierra, fue ridiculizado, calumniado, y abandonado, incluso fue dejado sin un lugar donde reclinar Su cabeza, sin lugar de descanso; luego, fue crucificado, todo Su ser —un cuerpo inmaculado e inocente— fue clavado en la cruz, y fue sometido a toda clase de sufrimiento. Los que estaban en el poder se burlaban de Él y lo azotaron, y hasta los soldados escupieron a Su rostro; mas Él permaneció en silencio y soportó hasta el final, sometiéndose incondicionalmente hasta el punto de morir, con lo cual redimió a toda la humanidad y por consiguiente se le permitió descansar. La obra de Jesús representa solamente la Era de la Gracia; no representa la Era de la Ley y no es un sustituto de la obra de los últimos días. Esta es la esencia de la obra de Jesús en la Era de la Gracia, la segunda era de la humanidad —la Era de la Redención—.
de ‘La verdad sobre la obra en la Era de la Redención’ en “La Palabra manifestada en carne”
En la Era de la Gracia, Jesús vino a redimir a toda la humanidad caída (no solo a los israelitas). Él mostró compasión y misericordia al hombre. El Jesús que el hombre vio en la Era de la Gracia estaba lleno de misericordia y siempre era amoroso, porque había venido a liberar al hombre del pecado. Él podía perdonar al hombre sus pecados hasta que Su crucifixión liberó verdaderamente a la humanidad del pecado. Durante esta época, Dios se apareció al hombre en compasión y misericordia; esto es, se hizo una ofrenda por el pecado para el hombre y fue crucificado por los pecados de este de forma que fueran perdonados para siempre. Él era misericordioso, compasivo, soportaba y amaba. Y todos los que le seguían en la Era de la Gracia también buscaban soportar y amar en todas las cosas. Soportaban todo sufrimiento, y nunca atacaban aunque les apalearan, maldijeran o apedrearan.
de ‘Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación’ en “La Palabra manifestada en carne”
Cuando Jesús vino, también llevó a cabo parte de la obra de Dios, y pronunció algunas palabras; ¿pero cuál fue la obra principal que realizó? La obra de la crucifixión. Se hizo igual a la carne pecaminosa para completar la obra de la crucifixión y redimir a toda la humanidad, y por el pecado de toda la humanidad Él sirvió como ofrenda por el pecado. Esta es la obra principal que realizó. En última instancia, proporcionó la senda de la cruz para que guiara a los que vinieran más tarde. Cuando Jesús vino, fue principalmente para completar la obra de la redención. Redimió a toda la humanidad, y llevó el evangelio del reino de los cielos al hombre. Además, trajo el reino de los cielos. Como resultado, todos los que vinieron después dijeron: “Deberíamos caminar por la senda de la cruz y sacrificarnos por ella”. Por supuesto, en el principio Jesús también hizo alguna otra obra y habló algunas palabras para hacer que el hombre se arrepintiera y confesara sus pecados. Pero Su ministerio seguía siendo la crucifixión, y los tres años y medio que pasó predicando el camino fueron en preparación para la crucifixión que vino después. Las diversas ocasiones en que Jesús oró también fueron por la crucifixión. La vida de hombre corriente que llevó y los treinta y tres años y medio que vivió en la tierra fueron principalmente para completar la obra de la crucifixión; debían darle fuerza y capacitarlo para acometer esta obra, y como resultado Dios le encomendó a Él la obra de la crucifixión.
de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
En la obra de la Era de la Gracia, Jesús fue el Dios que salvó al hombre. Lo que Él tenía y era, era gracia, amor, compasión, paciencia, humildad, cuidado y tolerancia, y gran parte de la obra que Él hizo fue la redención del hombre. En cuanto a Su carácter, era de compasión y amor, y por ser compasivo y amoroso, tuvo que ser clavado a la cruz por el hombre, a fin de mostrar que Dios amaba al hombre como a Sí mismo, hasta el punto de sacrificarse en Su totalidad. Satanás dijo: “Si amas al hombre, debes amarle hasta el último extremo: debes ser clavado a la cruz, para liberar al hombre de ella, del pecado, y debes ofrecerte a cambio de toda la humanidad”. Satanás hizo la siguiente apuesta: “Si eres un Dios amoroso y compasivo, debes amar al hombre hasta el último extremo: debes ofrecerte en la cruz”. Jesús dijo: “Siempre que sea por la humanidad, estoy dispuesto a entregar Mi todo”. Después, fue a la cruz sin dudarlo y redimió a toda la humanidad. Durante la Era de la Gracia, el nombre de Dios fue Jesús, que indica que Dios era un Dios que salvó al hombre, y que era compasivo y amoroso. Él estaba con el hombre. Su amor, Su compasión y Su salvación acompañaron a cada persona. El hombre podía obtener paz y gozo, recibir Su bendición, Sus inmensas y numerosas gracias, y Su salvación si aceptaba Su nombre y Su presencia. A través de la crucifixión de Jesús, todos aquellos que lo siguieron recibieron la salvación y se les perdonaron sus pecados. Durante la Era de la Gracia, el nombre de Dios fue Jesús. En otras palabras, la obra de la Era de la Gracia se realizó principalmente bajo el nombre de Jesús. Durante la Era de la Gracia, a Dios se le llamó Jesús. Él hizo nueva obra más allá del Antiguo Testamento, y está terminó con la crucifixión; esa fue la totalidad de Su obra.
de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Las declaraciones y la obra de Jesús en la época no se sujetaron a doctrina, y Él no llevó a cabo Su obra de acuerdo a la obra de la ley del Antiguo Testamento. Lo hizo según la que debía realizarse en la Era de la Gracia. Trabajó de acuerdo a la obra que Él mismo había establecido, según Su propio plan, y según Su ministerio; no obró de acuerdo a la ley del Antiguo Testamento. Nada de lo que hizo fue según la ley del Antiguo Testamento, y no llegó a obrar para cumplir las palabras de los profetas. Cada etapa de la obra de Dios no tenía lugar expresamente con el fin de cumplir las predicciones de los antiguos profetas, y Él no vino para atenerse a la doctrina o hacer realidad deliberadamente las predicciones de los antiguos profetas. Sin embargo, Sus actos no alteraron las mismas, ni perturbaron la obra que Él realizó anteriormente. La idea principal de Su obra no era ceñirse a ninguna doctrina, sino hacer la obra que Él mismo debía hacer. No era un profeta o un vidente, sino un hacedor, que vino realmente a llevar a cabo la obra que tenía que realizar, y vino a abrir Su nueva era y llevar a cabo Su obra.
de ‘Acerca de los apelativos y la identidad’ en “La Palabra manifestada en carne”
Sólo pudo haber una nueva era cuando Jesús vino a hacer una nueva obra, a inaugurar una nueva era e irrumpir a través de la obra que se había hecho con anterioridad en Israel; Él no llevó Su obra según la que Jehová hizo en Israel, no cumplió con Sus viejas reglas ni siguió ninguna norma. Llevó a cabo la nueva obra que debía hacer. Dios mismo viene a iniciar una era y también viene a poner fin a otra era. El hombre es incapaz de realizar la obra de comenzar una era y concluir otra. Si Jesús no llevó la obra de Jehová a su fin, esto demuestra que era meramente un hombre y no representó a Dios. Precisamente porque Jesús vino y acabó la obra de Jehová, siguió a partir de esta iniciando la suya propia, una nueva, esto demuestra que esta fue una nueva era y que Jesús era Dios mismo.
de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”
En ese momento, la obra de Jesús era la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvo y ser justificado por fe. Sin embargo, seguía habiendo en quienes creían algo rebelde y opuesto se oponía a Dios, y que había que seguir quitando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados: si creías, ya no pertenecías al pecado.
de ‘La visión de la obra de Dios (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Para el hombre, la crucifixión de Dios concluyó la obra de Su encarnación, redimió a toda la humanidad y esto le permitió tomar las llaves del Hades. Todos piensan que Su obra se ha cumplido por completo. En realidad, para Dios solo se ha realizado una pequeña parte de Su obra. Solo ha redimido a la humanidad; no la ha conquistado, y menos aún ha cambiado la fealdad de Satanás en el hombre. Por esta razón, Dios afirma: “Aunque Mi carne encarnada pasó por el dolor de la muerte, esa no fue la meta total de Mi encarnación. Jesús es Mi amado Hijo y fue clavado en la cruz por Mí, pero no concluyó del todo Mi obra. Solo llevó a cabo una porción de ella”. Así, Dios empezó la segunda ronda de planes para continuar con la obra de la encarnación. La intención suprema de Dios consiste en perfeccionar y ganar a todos los rescatados de las manos de Satanás…
de ‘La obra y la entrada (6)’ en “La Palabra manifestada en carne”
(3) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era del Reino
Palabras relevantes de Dios:
Cuando Jesús vino al mundo del hombre, trajo la Era de la Gracia y terminó la de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, esta vez acabó la Era de la Gracia y trajo la del Reino. Todos aquellos que acepten la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y podrán aceptar personalmente Su dirección. Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás. Y así, después de que los pecados del hombre fueron perdonados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio, que llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida.
de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”
La obra de los últimos días es la de separar a todos de acuerdo a su especie, para concluir el plan de gestión de Dios, porque el tiempo está cerca y el día de Dios ha llegado. Dios lleva a todos los que han entrado a Su reino, es decir, a todos los que le han sido leales hasta el final, a la era de Dios mismo. Sin embargo, antes de la llegada de la era de Dios mismo, la obra que Dios quiere hacer no es observar los hechos del hombre o inquirir acerca de las vidas de los hombres, sino juzgar su rebelión, porque Dios purificará a todos los que vengan ante Su trono. Todos los que han seguido las pisadas de Dios hasta este día son los que han venido delante del trono de Dios, por lo tanto, todos los que aceptan la última obra de Dios son a los que Dios va a purificar. En otras palabras, todos los que aceptan la última obra de Dios son los que Dios juzgará.
de ‘Cristo realiza la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”
La obra llevada a cabo por Dios durante esta era es principalmente la provisión de las palabras para la vida del hombre, la revelación de la esencia de la naturaleza del hombre y el carácter corrupto de este, la eliminación de los conceptos religiosos, del pensamiento feudal, del pensamiento obsoleto, así como del conocimiento y la cultura del hombre. Todo esto debe ponerse en evidencia y purificarse por medio de las palabras de Dios. En los últimos días, Él usa palabras, y no señales y maravillas, para perfeccionar al hombre. Usa Sus palabras para descubrir, juzgar, castigar y perfeccionar al hombre, de forma que en las mismas este llegue a ver la sabiduría y la belleza de Dios, y a entender Su carácter, y así, a través de las palabras de Dios, el hombre vea Sus hechos.
de ‘Conocer la obra de Dios hoy’ en “La Palabra manifestada en carne”
…cuando Dios se hace carne esta vez, Su obra es expresar Su carácter, principalmente por medio del castigo y el juicio. Usando esto como el fundamento, trae más verdad al hombre, muestra más formas de práctica, y por tanto logra Su objetivo de conquistar al hombre y salvarlo de su carácter corrupto. Esto es lo que hay detrás de la obra de Dios en la Era del Reino.
de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”
Cuando Dios hace la obra del juicio, no simplemente aclara la naturaleza del hombre con unas cuantas palabras, sino que lleva a cabo la revelación, el tratamiento y la poda en el largo plazo. Esa forma de revelación, tratamiento y poda no se pueden sustituir con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Solo esa manera de obrar se considera juicio; solo por medio de ese juicio se puede persuadir al hombre, se le puede convencer por completo de la sumisión a Dios, y puede obtener el verdadero conocimiento de Dios. El resultado de la obra de juicio es que el hombre comprenda el verdadero rostro de Dios y la verdad de su rebeldía. La obra del juicio le permite al hombre entender mucho de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que el hombre no puede entender. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir la fealdad del hombre. Todos estos efectos los produce la obra del juicio, porque la esencia de esa obra es, de hecho, la obra de inaugurar la verdad, el camino y la vida de Dios para todos los que tienen fe en Él. Esta obra es la obra del juicio que Dios hace.
de ‘Cristo realiza la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”
Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Solo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es tal que el hombre puede ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como el refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser hecho puro. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta etapa es la de conquista, así como la segunda etapa es la de la salvación. Dios gana al hombre por medio del juicio y el castigo por la palabra; por medio del uso de la palabra para refinar, juzgar y revelar, todas las impurezas, las ideas, los motivos y las esperanzas individuales dentro del corazón del hombre se revelan completamente.
de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Dios realiza la obra de juicio y castigo para que el hombre pueda conocerle, y por amor a Su testimonio. Sin Su juicio sobre el carácter corrupto del ser humano, el hombre no conocería Su carácter justo que no permite ofensa alguna, y no podría apartarse de su viejo conocimiento de Dios para adoptar el nuevo. Por amor a Su testimonio y a Su gestión, Él hace pública Su totalidad, capacitando así al hombre para lograr el conocimiento de Dios, cambiar su carácter y dar un resonante testimonio de Él por medio de Su aparición pública. El cambio se logra en el carácter del hombre a través de distintos tipos de la obra de Dios; sin estos cambios en el carácter del hombre, este sería incapaz de dar testimonio de Dios y no podría ser según Su corazón. Los cambios en el carácter del hombre significan que se ha liberado de la atadura de Satanás, de la influencia de la oscuridad, y que se ha convertido de verdad en un modelo y una muestra de la obra de Dios, que de verdad ha llegado a ser un testigo Suyo y alguien según Su corazón. Hoy, el Dios encarnado ha venido a hacer Su obra en la tierra, y exige que el hombre logre conocerle, obedecerle, y dé testimonio de Él; que conozca Su obra práctica y normal, que obedezca todas Sus palabras y Su obra que no concuerdan con los conceptos del hombre, y dé testimonio de toda Su obra de salvación del hombre, y todos los hechos que Él hace y que vencen al hombre. Los que dan testimonio de Dios tienen que poseer un conocimiento de Él; solo este tipo de testimonio es preciso, práctico y el único que puede avergonzar a Satanás. Dios usa a aquellos que han llegado a conocerle pasando por Su juicio y Su castigo, por Su trato y Su poda, para que lleven testimonio de Él; Él usa a los que han sido corrompido por Satanás para que den testimonio de Él; así también usa a aquellos cuyo carácter ha cambiado y que se han ganado, así, Sus bendiciones, para que den testimonio de Él. No necesita que el hombre lo alabe solo de palabras ni la alabanza y el testimonio de la prole de Satanás, que no ha sido salvada por Él. Solo aquellos que conocen a Dios, y cuyo carácter ha cambiado, están cualificados para dar testimonio de Él, y Él no permitirá que el hombre acarree vergüenza deliberadamente sobre Su nombre.
de ‘Sólo aquellos que conocen a Dios pueden dar testimonio de Él’ en “La Palabra manifestada en carne”
Durante aquella era, todo el trabajo realizado por Dios se centró en torno a la crucifixión. Durante la Era del Reino, el Dios encarnado pronuncia palabras para conquistar a todos los que creen en Él. Esto es “la Palabra aparece en carne”; Dios ha venido durante los últimos días para hacer esta obra, lo que significa que ha venido a efectuar el significado práctico de la Palabra aparece en carne. Él solo habla palabras y rara vez se producen hechos. Es la esencia misma de la Palabra aparece en carne y cuando el Dios encarnado pronuncia Sus palabras, es la aparición de la Palabra en la carne y la Palabra se hizo en carne. “En el comienzo existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios, y la Palabra se hizo carne”. Esto (la obra de la aparición de la Palabra en la carne) es la obra que Dios llevará a cabo en los últimos días, y es el capítulo final de todo Su plan de gestión; así, Dios tiene que venir a la tierra y manifestar Sus palabras en la carne.
de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
En la Era del Reino, Dios usa la palabra para iniciar una nueva era, para cambiar los medios de Su obra, y para realizar la obra de la era entera. Este es el principio por el cual Dios obra durante la Era de la Palabra. Él se hizo carne para hablar desde diferentes perspectivas, permitiendo que el hombre pueda en verdad ver a Dios, quien es la Palabra manifestada en la carne, y Su sabiduría y maravilla. Este tipo de trabajo se realiza para lograr mejor los objetivos de conquistar al hombre, perfeccionar al hombre y eliminar al hombre. Este es el verdadero significado del uso de la palabra para llevar a cabo el trabajo en la Era de la Palabra. A través de la palabra, el hombre llega a conocer la obra de Dios, el carácter de Dios, la esencia del hombre, y a qué debe el hombre entrar. A través de la palabra, toda la obra que Dios quiere realizar en la Era de la Palabra es lograda. A través de la palabra, el hombre es revelado, eliminado y probado. El hombre ha visto la palabra, oído la palabra, y ha tomado conciencia de la existencia de la palabra. Como resultado, el hombre cree en la existencia de Dios; el hombre cree en la omnipotencia y en la sabiduría de Dios, así como en un corazón de Dios lleno de amor hacia el hombre y Su deseo de salvarlo. Aunque la palabra “palabra” es simple y ordinaria, la palabra procedente de la boca de Dios encarnado, sacude todo el universo; Su palabra transforma el corazón del hombre, las nociones y el antiguo carácter del hombre, y la antigua apariencia del mundo entero. A través de las edades, solo el Dios de hoy en día obra de tal manera, y solo Él habla y salva al hombre de ese modo. A partir de este momento, el hombre vive bajo la guía de la palabra, pastoreado y provisto de la palabra; vive en el mundo de la palabra, vive entre las maldiciones y bendiciones de la palabra de Dios, y aún más personas, viven bajo el juicio y el castigo de la palabra. Estas palabras y estas obras son todas por causa de la salvación del hombre, cumpliéndose así la voluntad de Dios, y cambiando el aspecto original del mundo de la antigua creación. Dios creó al mundo con la palabra, guía a los hombres de todo universo con la palabra, los conquista y los salva con la palabra. Finalmente, Él usará la palabra para traer al mundo entero a su fin. Solo entonces será que el plan de gestión se complete enteramente. A lo largo de la Era del Reino, Dios usa la palabra para llevar a cabo Su obra y lograr los resultados de Su obra; Él no realiza maravillas ni hace milagros; Él simplemente hace Su obra a través de la palabra.
de ‘La Era del Reino es la Era de la Palabra’ en “La Palabra manifestada en carne”
Hoy, Dios se ha encarnado principalmente para completar la obra de “la Palabra aparece en carne”, para perfeccionar al hombre mediante el uso de la palabra, y hacer que acepte el trato y el refinamiento de la palabra. En Sus palabras Él hace que obtengas provisión y vida; en Sus palabras ves Su obra y Sus hechos. Dios usa la palabra para castigarte y refinarte; por tanto, si sufres dificultades, también es por la palabra de Dios. Hoy Dios no obra mediante hechos, sino con palabras. Solo después de que Su palabra haya descendido sobre ti podrá el Espíritu Santo obrar dentro de ti y hacer que sufras dolor o que sientas dulzura. Solo la palabra de Dios puede llevarte a la realidad, y solo ella es capaz de perfeccionarte. Así, como mínimo debes entender que la obra que Dios hizo durante los últimos días es principalmente el uso de Su palabra para perfeccionar a todas las personas y guiar al hombre. Toda la obra que hace es a través de la palabra; Él no usa hechos para castigarte… Y así, durante los últimos días, cuando Dios se hace carne usa principalmente la palabra para llevarlo todo a cabo y que todo quede claro. Solo en Sus palabras puedes ver lo que Él es; solo en Sus palabras puedes ver que Él es Dios mismo. Cuando el Dios encarnado viene a la tierra no realiza ninguna otra obra que no sea pronunciar palabras; por tanto, no hay necesidad de hechos, basta con las palabras. Esto se debe a que ha venido principalmente a hacer esta obra, a permitir que el hombre contemple Su poder y Su supremacía en Sus palabras, para que el hombre vea en ellas la humildad con la que Él se esconde y permitirle conocer Su totalidad en Sus palabras. Todo lo que Él tiene y es está en Sus palabras, Su sabiduría y todo lo maravilloso de Él están en Sus palabras. En esto te hace ver los numerosos métodos mediante los cuales Dios pronuncia Sus palabras… Hoy, el verdadero Dios mismo de la carne solo habla y no actúa. ¡Esta es la verdad! Usa palabras para perfeccionarte, para alimentarte y para regarte. También usa palabras para obrar, y las usa en lugar de los hechos para que veas Su realidad. Si eres capaz de percibir este aspecto de la obra de Dios, te será difícil ser pasivo.
de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
El Dios de los últimos días usa, principalmente, la palabra para perfeccionar al hombre. No usa señales y prodigios para oprimir o convencer al hombre. Esto no puede manifestar con claridad el poder de Dios. Si Él solo mostrara señales y prodigios, sería imposible dejar clara Su realidad y, por tanto, sería imposible perfeccionar al hombre. Dios no hace al hombre perfecto con señales y prodigios, sino que usa la palabra para regarlo y pastorearlo; después de esto se logra la completa obediencia del ser humano y su conocimiento de Dios. Este es el objetivo de la obra que Él hace y de las palabras que Él pronuncia. Dios no usa el método de las señales y los prodigios para perfeccionar al hombre, sino que usa palabras y muchos métodos diferentes en Su obra para tal menester. Ya sea el refinamiento, el trato, la poda o la provisión de palabras, Dios habla desde muchas perspectivas diferentes para hacer al hombre perfecto y darle un mayor conocimiento de la obra, la sabiduría y la hermosura de Dios.
de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
En esta etapa final de la obra, los resultados se obtienen a través de la palabra. A través de la palabra, el hombre llega a entender muchos misterios y la obra de Dios a lo largo de generaciones pasadas; el Espíritu Santo ilustra al hombre; este llega a entender misterios nunca antes desvelados por las generaciones pasadas, así como la obra de los profetas y apóstoles de tiempos pasados, y los principios por lo que obraron; el hombre también llega a conocer el carácter de Dios mismo, así como la rebeldía y la resistencia del hombre, y llega a conocer su propia esencia. A través de estos pasos de la obra y todas las palabras habladas, el hombre llega a conocer la obra del Espíritu, de la carne encarnada de Dios, y además, todo Su carácter. Tu conocimiento de la obra de gestión de Dios durante seis mil años también lo obtuviste a través de la palabra. ¿No conseguiste también tu conocimiento de tus antiguas nociones y el éxito al dejarlas de lado a través de la palabra?
de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”
La obra en los últimos días deja al descubierto la de Jehová y la de Jesús así como todos los misterios no entendidos por el hombre. Esto se hace para revelar el destino y el final de la humanidad y concluir toda la obra de salvación en medio de la humanidad. Esta etapa de la obra en los últimos días pone fin a todo. Todos los misterios no entendidos por el hombre deben descifrarse para permitir al hombre obtener una perspectiva de los mismos y tener un entendimiento claro en su corazón. Solo entonces puede el hombre dividirse según sus tipos.
de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”
La mayor importancia de la obra de las palabras es permitirles a las personas poner la verdad en práctica después de haber entendido la verdad, lograr cambios en su carácter y alcanzar el conocimiento de ellas mismas y de la obra de Dios. Sólo el medio de obrar a través del habla puede comunicar la relación entre Dios y el hombre, sólo las palabras pueden explicar la verdad. Obrar de esta manera es el mejor medio para conquistar al hombre, aparte de la declaración de las palabras, ningún otro método puede darle al hombre un entendimiento más claro de la verdad y de la obra de Dios y así, en Su última etapa de la obra, Dios le habla al hombre con el fin de hacerle accesible todas las verdades y los misterios que no entiende, permitiéndole conseguir el verdadero camino y la vida de Dios y así satisfacer la voluntad de Dios.
de ‘Debes desechar las bendiciones del estatus y entender la voluntad de Dios para la salvación del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”
El hombre será hecho completamente perfecto en la Era del Reino. Después de la obra de conquista, el hombre estará sujeto al refinamiento y la tribulación. Los que puedan vencer y mantener el testimonio durante esta tribulación son los que al final serán hechos completos; son los vencedores. Durante esta tribulación al hombre se le exige aceptar este refinamiento y este refinamiento es la última oportunidad de la obra de Dios. Es la última vez que el hombre será refinado antes de la consumación de toda la obra de la gestión de Dios y todos los que sigan a Dios deben aceptar esta prueba final, deben aceptar este último refinamiento.
de ‘La obra de Dios y la práctica del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”
Esta etapa de la obra creará a un grupo de vencedores y, una vez formado este grupo, ellos serán capaces de testificar de Sus hechos, serán capaces de vivir la realidad, satisfacerle de verdad y ser leales a Él hasta la muerte; de esta forma, Dios será glorificado.
de ‘Breve charla sobre “el reino milenario ha llegado”’ en “La Palabra manifestada en carne”
Después de la obra conquistadora llega la de recompensar a los buenos y castigar a los malos: las personas que obedecen completamente, los totalmente conquistados, serán colocados en el siguiente paso de la difusión de la obra a todo el universo; los no conquistados serán puestos en las tinieblas y encontrarán calamidad. Por tanto, el hombre se clasificará según su tipo, los hacedores de maldad agrupados con el mal, para nunca más ver la luz del sol, y los justos agrupados con el bien, para recibir luz y vida eternamente en la luz. El fin está cerca para todas las cosas, el final del hombre se ha mostrado claramente a sus ojos, y todas las cosas se clasificarán según su tipo. ¿Cómo pueden las personas escapar de sufrir esta clasificación?
de ‘La verdad interna de la obra de conquista (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Los últimos días ya han llegado. Todas las cosas se clasificarán según su tipo, y se dividirán en diferentes categorías en base a su naturaleza. Este es el tiempo en el que Dios revela el final y el destino del hombre. Si este no pasa por el castigo y el juicio, no habrá forma de revelar su desobediencia y su injusticia. Solo por este medio se puede manifestar el final de todas las cosas. El hombre solo muestra sus verdaderos colores cuando es castigado y juzgado. El mal volverá al mal, el bien al bien, y el hombre será clasificado según su tipo. A través del castigo y del juicio se revelará el final de todas las cosas, de forma que los malos serán castigados y los buenos recompensados, y todas las personas se someterán al dominio de Dios. Toda la obra exige que se consigan un castigo y un juicio justos. Como la corrupción del hombre ha alcanzado su punto culminante y su desobediencia ha sido demasiado grave, solo el carácter justo de Dios, que es principalmente de castigo y juicio, y se revela durante los últimos días, puede transformar y completar totalmente al hombre. Solo este carácter puede dejar el mal al descubierto y castigar así con severidad a todos los injustos. Por tanto, un carácter como este posee el sentido de la era, y la revelación así como la exhibición de Su carácter se producen en aras de la obra de cada nueva era. Dios no revela Su carácter de manera arbitraria y sin sentido.
de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Los últimos días son aquellos en los que se clasificarán todas las cosas de acuerdo a su tipo por medio de la conquista. La conquista es la obra de los últimos días; en otras palabras, juzgar los pecados de cada persona es la obra de los últimos días. De lo contrario, ¿cómo podrían clasificarse las personas? La obra de clasificación que se está haciendo entre vosotros es el comienzo de esa obra en todo el universo. Después de esto, personas de todas las nacionalidades, en todas partes, también estarán sujetas a la obra de conquista. Esto significa que cada persona de la creación será clasificada según su tipo, compareciendo ante el trono de juicio para ser juzgada. Ninguna persona o cosa puede escapar a este castigo y juicio ni puede eludir esta clasificación según el tipo; todos estarán organizados por clases. Esto se debe a que el final está cerca para todas las cosas, y los cielos y la tierra llegan a su conclusión. ¿Cómo puede el hombre escapar del final de su existencia?
de ‘La verdad interna de la obra de conquista (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”
¿Entiendes ahora qué es el juicio y qué es la verdad? Si ahora lo entiendes, te exhorto a que te sometas al juicio, de lo contrario nunca tendrás la oportunidad de que Dios te elogie o de que Dios te lleve a Su reino. Los que solo aceptan el juicio pero nunca han sido purificados, es decir, los que huyen en medio de la obra del juicio, Dios siempre los detestará y los rechazará. Sus pecados son muchos más, y más graves, que los de los fariseos, porque han traicionado a Dios y le son rebeldes. Esos hombres que no son dignos ni siquiera de servir van a recibir un castigo más severo y duradero. Dios no perdonará a ningún traidor que en algún momento afirmó lealtad con palabras pero después lo traicionó. Tales hombres verán la retribución por medio del castigo del espíritu, el alma y el cuerpo. ¿No revela esto el carácter justo de Dios? ¿No es esto exactamente el propósito del juicio de Dios y la revelación del hombre? Dios pondrá a todos los que hacen todo tipo de hechos malvados durante el tiempo del juicio en el lugar donde los espíritus malvados viven, para que sus cuerpos carnales sean destruidos a voluntad de los espíritus. Sus cuerpos van a tener el olor de un cadáver y esa es su retribución adecuada. Dios anota en sus libros de registro todos y cada uno de los pecados de esos desleales falsos creyentes, falsos apóstoles y falsos obreros, entonces cuando sea el momento correcto, los arrojará en medio de los espíritus inmundos para que todos sus cuerpos sean contaminados por los espíritus a voluntad y, como resultado, nunca más se reencarnen y nunca más vuelvan a ver la luz. Estos hipócritas que hicieron un servicio en algún momento, pero que no pueden permanecer leales hasta el final, Dios los contará entre los malvados para que caminen en el consejo de los malvados, volviéndose parte de la multitud desordenada. Al final, Dios los destruirá. Dios los arrojará a un lado y no hará caso de los que nunca fueron leales a Cristo o que nunca dedicaron ningún esfuerzo y los va a destruir a todos en el cambio de las eras. Y ya no existirán más en la tierra, mucho menos obtendrán acceso al reino de Dios. Los que nunca han sido sinceros con Dios, pero que son forzados a tratar con Dios, serán contados entre los que hacen servicio para Su pueblo. Solo un pequeño número de esos hombres podrá sobrevivir, mientras que la mayoría perecerá junto con los que no están calificados ni siquiera para hacer servicio. Por último, Dios llevará a Su reino a todos los que tienen la misma mente de Dios, el pueblo y los hijos de Dios, así como los que Dios predestinó para ser sacerdotes. Ese es el fruto que Dios engendra por medio de Su obra. En cuanto a los que no pueden pertenecer a ninguna de las categorías que Dios establece, ellos serán contados entre los incrédulos. Y vosotros seguramente podéis imaginar cuál será su resultado. Ya os he dicho todo lo que os debería decir; el camino que escojáis será la decisión que tendréis que tomar. Lo que debéis entender es esto: la obra de Dios nunca espera por nadie que no pueda avanzar al mismo paso que Dios, y el carácter justo de Dios no le muestra misericordia a ningún hombre.
de ‘Cristo realiza la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”
Cuando las naciones y los pueblos del mundo regresen todos delante de Mi trono, tomaré de inmediato toda la abundancia del cielo y la concederé al mundo humano, de manera que, gracias a Mí, rebosará de una abundancia sin igual. No obstante, mientras el viejo mundo continúe existiendo, lanzaré Mi furia sobre sus naciones, promulgando abiertamente Mis decretos administrativos por todo el universo, y enviaré castigo a quien los viole:
Cuando vuelvo Mi rostro al universo para hablar, toda la humanidad oye Mi voz, y ve inmediatamente todas las obras que en todo el universo Yo he forjado. Los que van en contra de Mi voluntad, es decir, los que se oponen a Mí con los hechos del hombre, caerán bajo Mi castigo. Yo tomaré las numerosísimas estrellas de los cielos y las haré de nuevo; gracias a Mí el sol y la luna serán renovados, los cielos ya no serán más como eran; las innumerables cosas sobre la tierra serán renovadas. Todas serán completadas por medio de Mis palabras. Las muchas naciones del universo serán divididas de nuevo y sustituidas por la mía, de forma que las naciones sobre la tierra desaparecerán para siempre y serán una sola que me adore; todas las naciones de la tierra serán destruidas, y dejarán de existir. De los seres humanos del universo, todos los pertenecientes al diablo serán exterminados; Mi fuego ardiente abatirá a todos los que adoran a Satanás, es decir que, excepto los que están ahora dentro de la corriente, el resto quedará reducido a cenizas. Cuando Yo castigue a los muchos pueblos, los del mundo religioso regresarán en grados diferentes a Mi reino, conquistados por Mis obras, porque habrán visto la llegada del “Santo cabalgando sobre una nube blanca”. Toda la humanidad seguirá a su propia especie, y recibirá castigos que variarán según lo que hayan hecho. Todos los que se han levantado contra Mí perecerán; en cuanto a aquellos cuyos hechos sobre la tierra no me han involucrado, seguirán existiendo en la tierra bajo el gobierno de Mis hijos y Mi pueblo gracias a cómo se han absuelto ellos mismos. Yo me revelaré a las innumerables personas y naciones, resonando con Mi propia voz sobre la tierra para proclamar la terminación de Mi gran obra, para que toda la humanidad la vea con sus propios ojos.
de ‘La vigésima sexta declaración’ en “La Palabra manifestada en carne”
Su obra última de castigar el mal y recompensar el bien se hace por completo con el fin de purificar totalmente a toda la humanidad para que Él pueda llevar a una humanidad completamente santa al reposo eterno. Esta etapa de Su obra es Su obra más crucial. Es la etapa final de toda Su obra de gestión. Si Dios no destruyera al malvado, sino que lo dejara permanecer, entonces toda la humanidad todavía no podría entrar en el reposo y Dios no podría llevar a toda la humanidad a un reino mejor. Esta clase de obra no estaría completamente terminada. Cuando Él termine Su obra, toda la humanidad será completamente santa. Solo de esta manera Dios puede vivir con tranquilidad en el reposo.
de ‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”
El reino que anhela establecer es Su propio reino. La humanidad que espera es una que lo adore y lo obedezca por completo y tenga Su gloria. Si no salva a la humanidad corrupta, el significado de Su creación del hombre quedará en nada; no tendrá más autoridad entre los hombres y Su reino ya no será capaz de existir en la tierra. Si no destruye a esos enemigos que le son desobedientes, no podrá obtener toda Su gloria ni tampoco podrá establecer Su reino sobre la tierra. Estos son los símbolos de la terminación de Su obra y los símbolos de la terminación de Su gran logro: destruir completamente a aquellos entre la humanidad que lo desobedecen y llevar al reposo a los que han sido perfeccionados.
de ‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”
Tras la finalización de Mis palabras, el reino se forma poco a poco en la tierra y el hombre regresa gradualmente a la normalidad, y por ende se establece en la tierra el reino que yace en Mi corazón. En el reino, todo el pueblo de Dios recupera la vida del hombre normal. Se ha ido el invierno helado, reemplazado por un mundo de ciudades primaverales, donde la primavera perdura todo el año. Ya la gente no se enfrenta con el mundo sombrío y miserable del hombre, ya no sufre el frío escalofriante del mundo del hombre. La gente ya no pelea entre sí, los países ya no se enfrentan en guerras, ya no hay más matanza y la sangre que fluye de la matanza; todas las tierras están llenas de felicidad, y en todas partes rebosa el calor entre los hombres.
de ‘La vigésima declaración’ de las declaraciones de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”
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