11 de abril 2017 Soleado
Hace poco tuve la impresión de que leer la Biblia se hacía cada vez más aburrido y tedioso: no había nada de luz en ella. Aunque seguí orando todos los días, no producía ningún efecto en mí, y nada conmovía mi espíritu; era como si el Señor estuviera ocultándome Su rostro y no me prestara atención. Sin embargo, mientras me estaba planteando dejar de leer la Biblia, me asusté. Durante los últimos diez años, mi deseo más grande había sido arrebatado al reino de los cielos por el Señor, cuando Este regresase. Yo temía que si dejaba de leer la Biblia, mi relación con el Señor se rompería por completo y que cuando Él regresase, me abandonaría.
Con anterioridad había leído los siguientes versículos: Mateo 24:30, 26:64 y Marcos 13:26. Todos ellos anunciaban que el Señor regresaría sobre una nube. Y sobre todo el versículo 1:7 del Apocalipsis: “He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él; sí. Amén”. Estaba seguro de que el Señor descendería sobre una nube cuando regresase, y que toda la humanidad lo vería. Por ello, a menudo oraba para que así fuera, y le pedía al Señor que no me abandonase cuando viniese sobre una nube a recoger a los que creían en Él. Hace unos días, leí a Mateo 25:6: “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’”. Este versículo refleja claramente que el Señor llegará a medianoche. Esto me causó algo de preocupación: puede que estemos todos dormidos a esa hora, de modo que, ¿cómo sabremos que va a venir el Señor sobre las nubes? Le pregunté a una hermana vecina: “¿Cómo podemos establecer una vigilancia para que el Señor no nos abandone?” “La única forma es orando” me contestó. Sus palabras me decepcionaron un poco. Le dije: “Sólo quiero saber si hay otras maneras aparte de orar”. Ella me guiñó un ojo y no dijo nada más.
El otro día, así de repente, vi a 2 Tesalonicenses 1:7: “Y daros alivio a vosotros que sois afligidos, y también a nosotros, cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con sus poderosos ángeles en llama de fuego”. Mientras leía el versículo, no pude evitar sentirme confundido: ¿No iba a venir el Señor sobre una nube? ¿Por qué dice este verso que Él será revelado en medio de un fuego flameante? Entonces, ¿cómo es que va a venir el Señor? Esta pregunta me atormentó a lo largo de varios días, y por mucho que lo analizaba, no era capaz de llegar a una conclusión. De modo que andaba algo decaído. No sólo no me aportaba luz alguna la Biblia, sino que me topaba con discrepancias. Leía una y otra vez, pero en vez de entenderlo, me hacía cada vez más lío. Decidí dejarlo de lado y simplemente ignorarlo, pero no lograba quitármelo de la cabeza porque sentía que se trataba de un problema gordo. Lo único que podía hacer era orarle al Señor desde mi interior: “Oh, Dios, ¿a qué se debe que cuanto más quiero averiguar cómo vendrás, más confundido me siento? ¿Por qué?”
17 de abril 2017 Soleado
Estos días he estado estudiando la Biblia en internet, tratando de averiguar cómo regresará el Señor. Cuando anteriormente había visto un versículo que decía que el Señor regresaría a medianoche, pero según otro versículo se nos revelaría en medio de un fuego flameante, mi idea de que el Señor tendría que venir sobre una nube se hizo añicos. Al leer este otro versículo en las Escrituras, me hice más lío todavía: “Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Marcos 13:32). Si el hombre desconoce el momento exacto del regreso del Señor, entonces, ¿qué podemos hacer para darle la bienvenida? Cuanto más pensaba en ello, más lío me hacía. Incluso llegué a quejarme de quienes habían compilado la Biblia porque no la habían dispuesto y presentado correctamente. Por ello me sentía cada vez más confundido al leerla.
Y entonces me acordé de que en una ocasión el hermano Zheng había estado en el extranjero. Tal vez él supiera algo más acerca de este asunto. Después de comer, llamé al hermano Zheng y le pedí que viniera a mi casa. Nada más llegar, le solté todo mi dilema. Él me dijo: “En una ocasión yo tampoco tenía claro cómo iba a venir Jesucristo. Con el tiempo y tras consultarlo con otros hermanos y hermanas que conocían bien la verdad, llegué a saber que hay dos maneras para el regreso del Señor: una llegada secreta y otra pública. Mateo 25:6 dice: ‘Pero a medianoche se oyó un clamor: “¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo”’. Y Marcos 13:32 dice: ‘Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre’. Ambos versículos se refieren a la llegada secreta. Mientras que Lucas 21:27 dice: ‘Y entonces verán al Hijo del Hombre que viene en una nube con poder y gran gloria’. Y el Apocalipsis 1:7 dice: ‘He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él; sí. Amén’. Estos se refieren a la llegada pública.
Es decir, el Señor descenderá primero de forma secreta y luego descenderá públicamente. Que descenderá en secreto significa que Dios se hará carne como Hijo del Hombre para llevar a cabo la obra de juicio en los últimos días. La Biblia dice: ‘Pero primero es necesario que El padezca mucho […]’ (Lucas 17:25), y que el Hijo del Hombre entrará caminando en las iglesias y caminará en medio de candelabros de oro. Todo esto hace referencia al periodo cuando el Hijo del Hombre juzgue a todos tras Su oculta llegada. El Hijo del Hombre nace de un humano y Su aspecto no se diferenciará en nada del de una persona normal y corriente. Aunque lleve la esencia divina en Su interior, nadie podrá reconocerla. De modo que el periodo de la obra de Dios hecho hombre es la etapa de la obra oculta de Dios. Por ejemplo, antes de que Jesucristo fuese crucificado, Sus discípulos tampoco lo conocían. Fue gracias a la revelación del Padre celestial que Pedro logró reconocer al Señor Jesús como el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Durante ese tiempo que Dios se encarne como el Hijo del Hombre, no podremos reconocerlo ni entender Sus palabras sin la obra del Espíritu Santo, ya que los ojos de los humanos no son capaces de penetrar dentro del reino espiritual. Por ello, el momento del descenso del Hijo del Hombre para venir a obra, se convertirá en una etapa de la llegada de Dios, oculta a la humanidad.
La etapa del descenso oculto de Dios es el periodo en el que Dios expresará Sus palabras y juzgará a los hombres para salvarlos. Tras haber experimentado las palabras y la obra de Dios, los hombres reconocerán la realidad de su propia corrupción, y verán con claridad que su naturaleza satánica es demasiado cabezota y nada fácil de cambiar, y que necesitan practicar y experimentar las palabras de Dios, así como aceptar y obedecer Su juicio, para poco a poco quitarse de encima su naturaleza pecaminosa y recibir la purificación y salvación. Cuando los hombres hayan alcanzado esta etapa, verán de verdad que la palabra de Dios ha dado resultados en ellos y que el plan de gestión de Dios para salvar al hombre se ha llevado a cabo en su totalidad. En ese momento, habrá finalizado la obra oculta de Dios, y todos los hombres obedecerán a Él, dándole las gracias por Su salvación y alabarán a Dios todopoderoso, Su sabiduría y Sus maravillosos hechos. Y después de eso, Dios cambiará Su forma y se mostrará abiertamente a la humanidad para llevar a cabo la obra de recompensar a los buenos y castigar a los malos. Y el final de cada uno de los tipos de hombres será entonces completamente revelado. Dios traerá al reino de los cielos a los vencedores purificados a través del juicio y castigo Suyo, y que dieron testimonio de Dios en juicios y tribulaciones. Al mismo tiempo, Dios enviará enormes catástrofes para castigar y destruir a todos los pertenecientes a la especie de Satanás, quien en una ocasión osó resistirse a Dios. Este tipo de obra de Dios hará realidad la profecía del Apocalipsis: ‘He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él; sí’ (Apocalipsis 1:7)”.
Ese día, el hermano Zheng también comunicó otras verdades acerca de la llegada de Dios en los últimos días. Yo no me había imaginado que el hermano Zheng pudiera explicarme de forma tan clara y convincente la manera en la que vendría el Señor y cómo haría Su obra. Nunca antes había oído tanto conocimiento. Le pregunté dónde había leído aquello y cómo podía ser que yo nunca hubiese oído hablar de ello. Él sonrió y contestó: “Antes de irme al extranjero, a menudo busca los mensajes con respecto a la llegada del Señor. Y después, al irme al extranjero, buscaba todos los días en internet. Tú también puedes buscar en internet. ¡Hay muchas películas y vídeos en línea que tratan del regreso del Señor! Se puede encontrar mucho en Facebook”. Me hizo mucha ilusión oír aquello. El hermano Zheng no sólo había aclarado mi confusión, sino que también me había señalado el camino a seguir en la búsqueda de cómo el Señor hará Su obra de purificación y salvación de los hombres a Su regreso. Estaba convencido que había sido la obra de Dios. ¡Gracias al Señor! ¡Aleluya!
(Traducido del original en inglés al español por Eva Trillo)