El 3 de agosto de 2017, había lloviznado durante todo el día. Por la noche, comenzó a llover más y más fuerte hasta se convirtió en una lluvia torrencial. Escuché las noticias de algunos aldeanos evacuando el campo. En ese momento, empaqué los libros de las palabras de Dios y los guardé en un lugar seguro. Estaba preocupado de que esta fuerte inundación se barriera por delante a mi casa, porque mi casa se encontraba en una parte baja del terreno, detrás de la cual estaba una pendiente, y en el lado este y oeste de mi casa, no había forma de que fluyeran las aguas de la inundación, por lo que el torrente de agua solo podría fluir hacia mi casa. Si las agua entrarán en mi casa por la puerta trasera, seguro que mi casa sería derribada. Con estos temores, me presenté ante Dios, orando: “¡Oh Dios! ¡El viento, las helada, la nieve y la lluvia están bajo Tu control. El agua detrás de mi casa no encuentra una salida hacia afuera y estoy asustado de que las aguas penetren en mi casa. Ahora estoy indefenso. Dios, solo puedo confiar en Ti y contemplarte. Que cuides estos libros y evites que sufran daños. Aunque algunas personas han evacuado, no puedo irme y estoy dispuesto a dedicarme a proteger estos libros. A pesar de lo fuerte de la lluvia, obedeceré Tu soberanía. Dios, independientemente de lo que hagas, te agradeceré y te alabaré”. Al terminar de orar, me sentí mucho más estable y me quedé dormido.
Las campanas me despertaron de mi sueño cuando eran las 3 a.m. Al escuchar el sonido de la lluvia torrencial y el rugido de la gran inundación, tuve miedo y me sentí incómodo. Me puse los zapatos a toda prisa, abrí un paraguas y me dirigí a la puerta de entrada para ver cuán profundo era el agua del río. Al llegar a la puerta de entrada y mirar afuera, me quedé atónito. Docenas de metros de mi casa había una vasta extensión de agua, y las aguas del río turbio y agitado avanzaban velozmente ola tras ola. Podía escuchar el retumbar de grandes piedras rodando en el agua. Tenía más de 70 años y nunca había visto una lluvia tan fuerte o una inundación tan grande. Esta escena fue tan terrible que tuve miedo, mi corazón latía rápido y mis piernas temblaban. Caminé lentamente de regreso a mi casa, y me puse delante de Dios, comenzando a orar de inmediato: “Dios Omnipotente, nunca he visto una inundación tan grande. Sé que estás castigando al hombre corrupto. Soy uno de ellos y también debería aceptar Tu castigo. Dios, te ruego que protejas mi corazón, para que pueda calmar mi corazón delante de Ti y someterme a las circunstancias que dispusiste para mí. Sean cuales sean los daños o desastres que encuentre, te agradeceré y te alabaré”. Después de mi oración, mi corazón se calmó y ya no me alarmé ni me asusté más.
Después de las 4 a.m., llovía más fuerte, como una cascada. Vi el agua que salía del patio este de mi vecino como agua corriendo después de que las compuertas se abrieron. También vi como fueron arrastrados, las ollas, los refrigeradores, las bombonas de gas doméstico, las tapas y otros artículos necesarios para el uso diario. Entonces, el agua se elevó directamente hacia el muro perimetral de mi vecino y golpeó con fuerza a dos graneros de más de cuatro metros de altura junto a la pared que estaba soldada. Además, la puerta de mi vecino también fue dañada, su gallinero de cuarenta metros de largo también fue arrastrado hacia abajo, y luego el agua fluyó hacia mi huerto. Estaba nervioso y llamé a Dios con todo mi corazón. Maravillosamente, tan pronto como el agua que fluía llegaba a mi pared, giró en dirección al gran río. Si el agua no hubiera cambiado la dirección sino que fluyera directamente hacia adelante, mi casa habría sido arrastrada. Al ver esa escena, no podía dejar de agradecer a Dios por Su protección. Dios mostró misericordia de mí. Si no hubiera sido por la excepción de la gracia que Dios hizo para conmigo, mi casa habría encontrado el mismo fin que otras. Me acordé de algunas palabras: “El desastre se origina en Mí y, por supuesto, Yo lo orquesto”. Estas palabras me permitieron tener más fe en Dios y ya no temía la inundación.
Cuando dejó de llover, vi cuatro grandes pilas de leña, bien ordenadas y arregladas en mi campo. Debido a la ampliación del lecho del río, las pilas estaban justo en el medio del río, como las islas solitarias en un vasto mar. No fueron arrastradas sino que permanecieron de pie en el agua. Mi gallinero de cuarenta metros de largo más allá del río tampoco fue arrastrado. Después de que las aguas de la inundación retrocedieron, crucé el río para ir a mi gallinero y vi que la inundación había pasado junto al gallinero, corría a lo largo de la base y luego fluía por más de veinte metros en el río. Como resultado, mi gallinero no sufrió daños, mientras que el depósito de granos de otras personas que se encontraba a un nivel debajo de mi gallinero y construido sobre grandes rocas, fue destruido por esa inundación. Además, una fila de una docena de compartimientos del granero fueron derribados y las tres casas opuestas al granero, incluyendo más de cincuenta ovejas y dos cerdos que pesaban más de 300 kilos, también fueron arrastrados. Las aguas de la inundación fluyeron hacia la casa en un terreno más alto. Aunque esa casa no se derrumbó, todas las cosas que contenía fueron arrastradas, haciéndola inhabitable. Además, dos nuevas casas de la familia que creían en hechiceros fueron arrastradas. Vi que muchas casas fueron arrastradas en nuestra aldea, pero la mía sobrevivió a la gran inundación sana y salva bajo la protección maravillosa de Dios. ¡Muchísimas gracias a Dios!
Después de experimentar este diluvio, tuve una verdadera comprensión y conocimiento de estas palabras: “De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Qué existe que no esté en Mis manos? Todo lo que Yo digo es ley, y entre los hombres, ¿quién hay que pueda cambiar Mi mente?” Vi que Dios Todopoderoso en quien creo es Dios mismo que domina y controla todo. Todas las cosas, vivas o muertas, están todas en Su orquestación. Esta es la autoridad propia de Dios y solo Él posee este poder. Vi Sus obras maravillosas, Su omnipotencia y dominación, y Su disposición majestuosa e iracunda. En los desastres de los últimos días, sólo si confiamos en Dios podremos atravesar tiempos difíciles y evitar sufrir desastres. Mientras tanto, vi que los humanos colapsamos tan fácilmente ante las calamidades. Los humanos no podemos sobrevivir en absoluto sin la gracia y misericordia de Dios. Cuando enfrenté el desastre, yo, una persona humilde, recibí el gran amor de Dios, del cual me sentía indigno. Por lo tanto, me decidí: haré todo lo posible para cumplir con mi deber, someterme a la orquestación y los arreglos de Dios, y devolverle Su amor por mí.
(Traducido del original en inglés al español por Nyron Perez)