Mi familia solía ser budista, pero en 2004, nos convertimos junto a mi tía para creer en el Señor Jesús. En ese momento, comprendí que los seres humanos fueron creados por Dios, y que la supervivencia de la humanidad hasta el presente se debe a la crucifixión del Señor Jesús para redimirnos, y sentí que el amor del Señor es verdaderamente grande. En particular, me conmovió cuando vi a misioneros predicar el evangelio, visitar a sus hermanos y hermanas y ayudarles en sus dificultades sin pedir ninguna recompensa. Entonces fui bautizado como cristiano. Después de creer en el Señor, disfruté leyendo la Biblia y escuchando sermones, y fue entonces cuando leí los versículos de la Biblia: “porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10). “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Sentí que el Señor nos dio mucha gracia. Simplemente al creer en el Señor Jesús, podríamos ser llamados justos, redimir nuestros pecados y ser arrebatados al reino de los cielos cuando el Señor regresara. ¡Eran bendiciones increíbles! Juré tener fe hasta el final. Sin importar los entornos que encontrara, yo oraba, leía la Biblia y seguía viviendo delante de Dios. Después de eso, leí seriamente la Biblia todos los días, participé activamente en las reuniones y mi corazón se llenó de paz, alegría y confianza.
No sé cuándo comenzó, pero empecé a notar que los sermones de mi pastor eran obsoletos y clichés. Espiritualmente, yo no estaba recibiendo provisiones y empecé a sentirme débil, y no tan apasionado como cuando empecé a creer en el Señor.
En el 2008, después de venir a los Estados Unidos para encontrar una iglesia con mejores sermones, fui a la Iglesia Metodista, a la Iglesia de la Gracia y a la Iglesia de las Buenas Nuevas, pero ninguno de los pastores en ninguna de estas iglesias tenía nada nuevo que decir. Algunos pastores les pedían a los creyentes que hicieran ofrendas en los servicios, diciendo que si querían recibir bendiciones de Dios, primero debían hacer ofrendas antes de poder tener una parte del reino de los cielos. Esto parecía como pedirles a los creyentes que usaran su dinero para comprar boletos para entrar al reino de los cielos, lo cual no está de acuerdo con las enseñanzas del Señor. Los pastores hablaban con entusiasmo en el escenario sobre sus experiencias previas de obediencia al Señor. Hacían que los demás sintieran que creían mucho en el Señor, que poseían una vida significativa y que el Señor los quería mucho. Presumían y se exaltaban a sí mismos para hacer que las personas los adoraran. Un pastor incluso exigió que los creyentes pagaran $ 600 al año para convertirse en miembros de la iglesia y calificar para ser obreros de ella.
Luego de analizar las iglesias que había visitado, sentí que la iglesia había cambiado. Los pastores predicaban la doctrina de hacer ofrendas o narraban sus experiencias de cosas que habían sucedido hacía mucho tiempo. No testificaban las palabras del Señor, y no había luz en absoluto. Algunos predicadores también conseguían y mantenían amantes, y competían por el escenario. Los creyentes vivían en medio de tendencias malvadas, compitiendo con lo que vestían y comían, no hablaban de asuntos espirituales, y siempre conversaban sobre los lugares a los que habían viajado, dónde habían cenado y dónde comprar productos en promoción. No encontré ninguna luz al leer la Biblia, mi fe se debilitó y viví en el pecado. Sentía envidia cuando veía a otros que tenían amantes, y mi corazón estaba lleno de malos pensamientos. En el trabajo, cuando veía artículos agradables olvidados por los clientes, mi codicia me hacía pensar en quedármelos. Cuando mi jefe y mis colegas me decían palabras desagradables, las soportaba externamente, pero seguía teniendo ideas de resentimiento y venganza en mi corazón. Especialmente en casa, a menudo discutía con mi esposa por cosas sin importancia, exponiendo mi ira, y, a medida que pasaba el tiempo, incluso pensaba en el divorcio. A menudo oraba al Señor, “¡Señor! No quiero pelearme con mi esposa, pero no puedo evitarlo. ¡Señor! Por favor, perdona mis pecados y ayúdame a escapar de la esclavitud del pecado”. Pero después de confesar mis pecados al Señor y de arrepentirme, los mismos problemas volvían a surgir. No podía liberarme del estado de confesar y de pecar todos los días, y esto me hizo especialmente desdichado. Solo podía consolarme diciendo: “El Señor es benevolente y misericordioso, y ha otorgado la gracia del perdón de los pecados. Mientras yo crea, seré llamado justo. Cuando el Señor regrese, seré llevado al reino de los cielos, y todo este dolor pasará”.
En enero de 2018, vine a Nueva York desde otro estado. Mientras hacía compras en el supermercado, conocí a la hermana Cai, que también creía en el Señor. Cuando le hablé sobre la situación real de las iglesias, descubrí que esta hermana era diferente de la creyente promedio. Tenía algunas ideas sobre el estado de las iglesias, y también un sentido de la justicia. Ella dijo: “Aunque la iglesia es caótica y desolada, no debemos dejarnos confundir por este hecho. Debemos ser vírgenes sabias, esperar sobriamente y escuchar la voz del Señor...” Hablamos mucho y largamente. Más tarde, la hermana Cai me invitó a ir a su casa para hablar sobre la creencia en Dios con otros hermanos y hermanas. Pensé que era una rara oportunidad de conocer a hermanos y hermanas con los que pudiera hablar, así que acepté felizmente.
En la casa de la hermana Cai, conocí a la hermana Wu. No me pareció que acabara de conocer a una extraña, sino a una amiga que había conocido durante años. Los tres hablamos, y me sentí especialmente a gusto. La hermana Wu usó el Génesis para hablar sobre las intenciones de Dios en la creación de la humanidad, la causa principal de la caída de la humanidad, cómo hizo Dios la obra de salvación, y la depravación de la humanidad en los días de Noé, su obstinada negativa a cambiar y cómo Dios finalmente los destruyó con una inundación. Posteriormente, a Dios le dolió el corazón, así que usó un arco iris para hacer un pacto con Noé, jurando que ya no destruiría el mundo con un diluvio. Pensé en mi mismo: “Esta hermana usa la Biblia para hablar con tanta esclarecimiento, y expresar tantas cosas de las que nunca he escuchado. ¡Realmente no vine en vano hoy!” Le dije: “Hermana, hablar así me hace sentir la bondad de Dios. Anteriormente, yo solo sabía que el arcoíris era el signo del pacto de Dios con la humanidad después del diluvio. No sabía que después del diluvio, Dios mostró tristeza por la pérdida de la humanidad. Aprender esto es muy reconfortante para mí”. Los ojos de la hermana Wu se llenaron de lágrimas mientras sonreía y asentía.
A continuación, hablamos sobre el desolado estado de la iglesia. La hermana Wu añadió: “Los sermones que predican los pastores hoy no arrojan ninguna luz, ellos luchan entre sí por el poder y el estatus en las iglesias, y los creyentes viven en el pecado, siguen las tendencias mundanas del mal y carecen de la disciplina de Dios. Las iglesias se han vuelto desoladas. Hermano, ¿qué problema crees que demuestra esta desolación en las iglesias? Negué con la cabeza e invité a la hermana Wu a decirnos su opinión. Ella dijo: “En realidad, esto demuestra que Dios ya ha comenzado la obra de una nueva era. El templo de Dios en Jerusalén se volvió desolado porque los fariseos no obedecían las leyes y los mandamientos de Dios, y veían el templo como un mercado para la venta de ganado, ovejas y palomas, y también porque el Señor Jesús comenzó una nueva obra. De la misma manera, las iglesias de hoy están desoladas porque los pastores y los ancianos se han desviado del camino del Señor, guiando a los creyentes por el camino secular y haciendo que el Espíritu Santo cese Su obra, y también porque el Señor ha regresado para hacer la nueva obra de juicio. Leamos a 1 Pedro 4:17: ‘Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios’ y Apocalipsis 14:6-7: ‘Y vi volar en medio del cielo a otro ángel que tenía un evangelio eterno para anunciarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado’. De estas profecías en estos versículos de la Biblia, podemos ver que Dios hará una nueva etapa de obra en los últimos días, la obra de juicio. Nuestros pecados deben pasar por el juicio de Dios y debemos ser purificados antes de poder entrar en el reino de los cielos”.
En medio de la confusión dije: “¿Cómo podría haber una nueva obra? La Biblia dice: ‘Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación’ (Romanos 10:10). Como creemos en nuestro corazón y confesamos con nuestra boca, somos llamados justos, y seremos elevados al reino de los cielos cuando el Señor venga. Aunque somos pecadores, la Biblia dice: ‘Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios’ (1 Corintios 6:11). Como ya somos llamados justos porque creemos, nuestros pecados han sido lavados y nuestros espíritus son santificados. ¿No significa eso que podemos entrar en el reino de los cielos? ¿Por qué Dios todavía necesita hacer la obra de juicio y purificación? ¡Dios no podría volver a hacer una obra otra vez!”
La hermana Wu sonrió y dijo: “Hermano, ¿el Señor Jesús dijo eso alguna vez, ya que somos llamados justos porque creemos que podemos entrar en el reino de los cielos?” Sacudí la cabeza y escuché atentamente su enseñanza.
Mientras hojeaba la Biblia, ella encontró un versículo y me lo entregó, diciendo: “No podemos evaluar qué tipo de persona puede entrar al reino de los cielos según las palabras del hombre, tenemos que hacerlo basados en las palabras de Dios. El Señor Jesús dijo: ‘No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 7:21). ‘Sed santos, porque Yo soy santo’ (1 Pedro 1:16). De las palabras de Dios podemos estar seguros de que solo aquellos que hacen la voluntad de Dios y quienes están purificados pueden entrar en el reino de los cielos. Aunque somos perdonados por nuestros pecados, el Señor Jesús no ha redimido nuestras naturalezas pecaminosas. Controlados por nuestras naturalezas pecaminosas, a menudo traicionamos las palabras del Señor. No somos en absoluto personas que hacen la voluntad de Dios. El Señor es santo, pero vivimos atrapados en un ciclo de pecado y confesión. ¿Cómo podríamos entrar en el reino de los cielos de esta manera?”
Asentí, pensando, mientras que la hermana Wu hizo una pausa. Ella sonrió y dijo: “Leamos dos pasajes más, y lo entenderás con mayor claridad. Las palabras de Dios dicen: ‘En ese momento, la obra de Jesús era la obra de redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvado y ser justificado por la fe. Sin embargo, en aquellos que creían seguía habiendo algo de rebeldía y oposición a Dios que había que continuar eliminando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados. Si creías, ya no pertenecías al pecado’. ‘Por todo lo que el hombre pueda haber sido redimido y perdonado de sus pecados, sólo puede considerarse que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad peca durante el día y se confiesa por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto’”.
La hermana Wu dijo: “De estos dos pasajes, podemos ver que, aunque hemos sido redimidos por el Señor Jesús, y que nuestros pecados han sido perdonados, esto solo significa que Dios perdona nuestras transgresiones y no nos trata de acuerdo con nuestras transgresiones pasadas. Sin embargo, vivimos en cuerpos carnales, y no hemos escapado de nuestra pecaminosidad, lo que significa que solo podemos continuar pecando y exponer constantemente nuestros caracteres corruptos y satánicos, que es la razón para pecar continuamente y buscar el perdón. Entonces, incluso si la ofrenda por la redención de nuestros pecados es efectiva para siempre, no puede concedernos la salvación del pecado, porque todavía tenemos caracteres corruptos. De esto, vemos que nuestros pecados son perdonados porque el Señor Jesús fue crucificado para redimirnos del pecado, y que el Señor no nos ve como pecadores, por lo que podemos ser llamados justos, pero la raíz satánica del pecado se ha arraigado profundamente en nuestras almas. No importa desde hace cuántos años creamos en el Señor, y no importa si somos pastores, ancianos o hermanos y hermanas comunes, aún vivimos atrapados en el ciclo de pecar y confesarnos, lo que está expuesto en nosotros es aún la arrogancia, el egoísmo, el engaño, la codicia, la maldad y otros caracteres corruptos y satánicos de ese tipo. Considera que todos los días, muchos pastores y ancianos interpretan la Biblia para los creyentes y, sin embargo, no practican las palabras del Señor, a menudo presumen y tratan de hacer que otros los admiren, y luchan por el poder y el interés en la iglesia y toman las riquezas de la iglesia para sí mismos. Todavía hay muchos creyentes que desean las cosas mundanas, al igual que los impíos, e incluso buscan y mantienen amantes y apuestan dinero. Los hermanos y hermanas de mejor comportamiento parecen hacer buenas obras en apariencia y tal vez no golpeen o reprendan a otros, pero si estos afectan sus intereses, son capaces de odiar a las personas y de culpar y traicionar a Dios cuando les ocurren desastres. Estas manifestaciones existen en nosotros en diferentes grados. ¿Crees que Dios permitiría alguna vez que personas como nosotros, que estamos llenas de caracteres satánicos, entren al reino de los cielos? Es imposible. En los últimos días, Dios ha vuelto a encarnar de acuerdo con las necesidades de la humanidad corrupta para expresar la verdad para juzgarnos y purificarnos, lo que nos permite escapar de la esclavitud del pecado y ser purificados. Si solo creemos en el Señor Jesús, pero no aceptamos la obra de juicio de Dios, incluso si confesamos nuestros pecados y nos arrepentimos, y la ofrenda para redimir nuestros pecados siempre es efectiva para nosotros, nuestros caracteres satánicos y corruptos permanecerán sin resolver, y nosotros podríamos creer durante mil años sin ser purificados nunca”.
Después de escuchar las palabras y enseñanzas de mi hermana, pensé en las palabras, “Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón”. Estas palabras eran muy ciertas. Los creyentes en el Señor vivían atrapados en un ciclo de confesarse y pecar, e incluso si no queremos pecar, lo hacemos de manera involuntaria. Yo mismo apliqué estas palabras. Sabía que el Señor detesta la fornicación, pero cuando veía a otras personas con sus brazos alrededor de sus amantes mientras exploraban las montañas o se entretenían en la playa, sentía envidia y admiración en mi corazón. Mi corazón estaba lleno de odio cuando tenía conflictos con mis colegas. En casa, quería tener la última palabra en todo, y no podía llevarme bien con mi esposa ... Vi que realmente no había resuelto mi naturaleza pecaminosa, y que no podía escapar de la esclavitud del pecado, así que dije: “Hermana, entiendo lo que quieres decir. Solía pensar que si creo en el Señor Jesús y mis pecados son perdonados, puedo ser llamado justo y entrar en el reino de los cielos, pero ahora sé que eso solo se basaba en mis propias nociones e imaginación, y que no estoy a la altura de los hechos. Aunque el Señor Jesús perdona nuestros pecados, mi naturaleza pecaminosa todavía está dentro de mí, y aún vivo en un estado de pecado y confesión todos los días. Realmente necesitamos someternos a la obra de juicio y purificación de Dios regresado. Solo a través de esto podemos ser purificados y entrar en el reino de los cielos. Hermana, ¿cómo juzga y purifica Dios a las personas en los últimos días? ¿Puedes hablarme más sobre este tema?
La hermana Wu asintió y respondió alegremente: “¡Gracias a Dios! Hermano, lo entiendes perfectamente. En cuanto a cómo Dios juzga y purifica a las personas, el Señor Jesús dijo: ‘Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final’ (Juan 12:47-48). El Señor nos dice que en los últimos días, Dios juzga a las personas expresando la verdad. Otro pasaje lo explica con mucha claridad. ‘En los últimos días, Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios’”.
Cuando terminó de leer, la hermana Wu dijo: “Cristo en los últimos días expresa todos los aspectos de la verdad necesarios para salvar completamente a la humanidad de acuerdo con sus necesidades. En estas palabras podemos encontrar revelaciones de nuestra esencia corrupta, conocimiento de Dios y revelaciones sobre el misterio del reino de los cielos. Gracias a las palabras de Dios entendemos aspectos de la verdad con respecto a lo que es hacer la voluntad de Dios, a qué tipo de personas salva Dios, qué tipo de personas son eliminadas, cuál es el destino futuro de la humanidad, cómo escapar de nuestros caracteres satánicos y ser completamente salvos. Además, en las palabras del juicio de Dios que revelan la esencia corrupta de la humanidad, vemos que Dios observa las profundidades de los corazones de las personas y conoce a fondo nuestra corrupción. Las palabras de Dios revelan toda variedad de expresiones de corrupción, y exponen completamente nuestros pensamientos y nociones corruptos e inmundos. Solo entonces vemos que Satanás nos ha corrompido muy profundamente y que somos capaces de exponer nuestros caracteres satánicos como la arrogancia, el egoísmo y el engaño en cualquier momento y lugar. Al mismo tiempo, en las revelaciones en las palabras de juicio de Dios, vemos que Dios detesta todas las variedades de los actos malvados de las personas, e incluso los condena y maldice, y nos damos cuenta de que el carácter justo de Dios no admite ninguna ofensa. Esto nos obliga a reflexionar y llegar a conocer nuestra propia corrupción, que produce un verdadero arrepentimiento, lo que nos hace estar dispuestos a aceptar el juicio y el castigo de las palabras de Dios, decididos a vivir de acuerdo con los requisitos de Dios y a buscar un cambio de carácter. Además, basado en nuestros caracteres corruptos, Dios organiza también todo tipo de entornos para disciplinarnos, reprendernos, podarnos, tratar con nosotros, ponernos a prueba y refinarnos, lo que nos hace más conscientes de nuestras propias esencias corruptas y de Dios. A medida que entendemos la verdad, nuestra comprensión de Dios se profundiza gradualmente, y nuestra práctica de la verdad y la obediencia a Dios crece, de modo que, sin darnos cuenta, podemos escapar de nuestro pecado y ser purificados. Este efecto nunca puede ser alcanzado por aquellos que no han aceptado la obra de Dios en los últimos días. Entonces, solo experimentando el juicio y el castigo de Dios podemos conocer el carácter justo de Dios, que no tolera ninguna ofensa, y solo entonces hay corazones que temen a Dios producidos dentro de nosotros, a través de los cuales podemos temer a Dios, evitar el mal y vivir según las palabras de Dios”.
Después de escuchar la enseñanza de la hermana Wu, yo tenía cierta comprensión de la obra de juicio de Dios y dije: “Entonces, Dios usa la expresión de la verdad para juzgarnos y purificarnos, para permitirnos conocer nuestros propios pecados y el carácter justo de Dios a partir de las revelaciones en las palabras de Dios, solo después de lo cual podemos aprender a aborrecernos y a producir temor de Dios en nuestros corazones, lo que a su vez nos permite lograr un verdadero arrepentimiento y cambio. Aunque nunca he experimentado la obra de juicio y castigo de Dios, en el Apocalipsis hay profecías de que Dios vendrá nuevamente para hacer la obra adicional de juicio, y creo que las profecías del Señor Jesús se cumplirán definitivamente”. Ella asintió con aprecio cuando me escuchó decir eso.
Antes de darme cuenta, habíamos hablado durante varias horas y el cielo ya estaba oscuro. Le pregunté con curiosidad a la hermana Wu: “¿Quién escribió todas las cosas que nos leíste hoy? Eran maravillosas, llenas de luz, y nunca había escuchado ninguna de ellas. No creo que estas sean cosas que pueda decir una persona común”.
La hermana Wu respondió alegremente: “¡Gracias a Dios! Las palabras que te leí hoy ciertamente no fueron dichas por una persona común. Estas son las declaraciones de Dios. Dios ya se le ha aparecido al hombre para que haga Su obra, y aquellos que pueden oír y entender Su voz son bendecidos ...” Yo era increíblemente feliz y emocionado cuando escuché que estas eran las declaraciones de Dios. Nunca había imaginado que tendría el honor de ver las palabras de Dios. ¡Yo era realmente afortunado! Quería escuchar más, pero era tarde, así que acordamos reunirnos al día siguiente para continuar nuestra conversación.
Durante los siguientes días, por medio de la enseñanza de la hermana Wu sobre las palabras de Dios, llegué a comprender aspectos de la verdad con respecto a la encarnación, la diferencia entre la obra del hombre y la obra de Dios, cómo discernir los caminos verdaderos y los falsos, la verdad del nombre de Dios, y así sucesivamente. No pude dejar de sorprenderme: ¡la luz en la enseñanza de la hermana Wu se debía a que las palabras de Dios Todopoderoso ya habían explicado estas verdades con mucha claridad! Las palabras de Dios eran el manantial que suministraba el agua viva de la vida y, espiritualmente, me sentí muy provisto.
Después de eso, todos los días leía las palabras de Dios y, a menudo, participaba en la vida de la iglesia con mis hermanos y hermanas en la Iglesia de Dios Todopoderoso. Después de un período de investigación, determiné que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús regresado. Entonces, me uní a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Hoy, mi vida en la Iglesia de Dios Todopoderoso es como ser parte de una familia grande y amorosa. A menudo hablo sobre las palabras de Dios con mis hermanos y hermanas, disfruto de un suministro infinito de la amplia provisión de Dios y mis días de búsqueda están por terminar. ¡Gracias a Dios! ¡Toda la gloria sea para Dios Todopoderoso!
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